La provincia que comanda Daniel Scioli tiene 11.384.393 personas habilitadas para votar, es decir, el 37,3% del padrón electoral nacional. Si bien la elección de hoy es para elegir candidatos y no define los nombres de quienes ocuparán una banca en el Congreso a partir de diciembre de este año, un resultado adverso en ese distrito será difícil de remontar, por el escaso tiempo que separa la interna de la general -apenas dos meses- y lo extenso del territorio bonaerense. Hasta el viernes nadie podía predecir qué pasaría y esa incertidumbre con tan amplia cantidad de votantes significa, al menos, una preocupación importante para cualquier gestión. También lo es para Cristina Fernández.
La postulación del intendente de Tigre, Sergio Massa, en el primer lugar de la oposición a CFK, dividió al peronismo en más facciones, y puso al Gobierno en la obligación de empardar la jugada opositora: encontraron a Martín Insaurralde, un joven de exitosa gestión como Massa. Más allá de Insaurralde, el oficialismo respiró con el apoyo de Daniel Scioli quién, como Massa, hizo transpirar la gota gorda hasta el último segundo a Cristina: vía Twitter a poco más de 24 horas de vencer el plazo, anunció que no se iba de la sociedad con el FpV, al menos en esta elección. La oposición tiene a Massa, que mide muy bien, pero el oficialismo tiene a Scioli, que también escala alto en las encuestas. El resultado, un final abierto casi melodramático.
El cristinismo, por las noticias que llegan del resto de los distritos grandes, no tiene todo comprado. No han tenido buenos resultados y serán tendencias que costará revertir. Mendoza, por ejemplo, sufre el acecho de un archienemigo K como Julio Cobos, y se verá luego del cierre de esta noche, pero todo hace prever que Cobos hará una elección aceptable.
Córdoba, Santa Fe y Capital Federal han sido esquivos al Kirchnerismo en elecciones anteriores. Los popes de esos distritos como Juan Manuel de la Sota, Hermes Binner o Mauricio Macri, tienen aspiraciones presidenciales, por tanto irán en busca de una cantidad de votos mayor al que obtenga el oficialismo para demostrar que en un mano a mano en la general, pueden tener chances. Nada está cerrado y hay un final abierto, en un distrito con demasiado peso.
