Al bullying tradicional, que consiste en intimidar o accionar agresivamente contra una persona con el objeto de hacerle daño no sólo en forma física sino también mental, se suma ahora el bullying virtual o cibernético, que es cuando un individuo es atormentado, molestado, humillado o avergonzado por sus pares, mediante el uso de Internet u otras herramientas digitales.
La situación está llegando a tal punto, con el avance de la tecnología y el aumento de la agresividad en adolescentes y jóvenes, que hay países que están instrumentando distintas estrategias para evitar que este flagelo continúe expandiéndose en la medida que cada vez hay un mayor número de personas que tienen acceso en forma permanente a los contenidos de Internet.
Hay países como Australia en que el problema está alcanzando niveles alarmantes, a tal punto que hace unos días representantes de una 1.900 escuelas primarias y secundarias de ese país se reunieron en Sidney, para reiterar su rechazo al acoso escolar y promover la educación con valores.
Esta gran movida ha sido motivada por el fenómeno del bullying cibernético, que se concreta a través de los correos electrónicos, blogs, páginas personales, o a través de telefonía celular mediante llamadas o mensajes de texto. Su proyección es tan grande que está comprobado que cada vez que se sube algún dato a una red social, como Facebook, ese contenido será visto por al menos unas 10.000 personas. Por ello la importancia de promover un sistema de control que detecte los casos de bullying virtual, teniendo en cuenta que una vez que esta modalidad de acoso se pone en práctica, se hace muy difícil tratar a la víctima, por ser un ataque que está dirigido a lo más profundo del ser humano.
