Cinco abusos sexuales muy parecidos y aparentemente un mismo atacante. Ese es por ahora el fuerte indicio que llevaba a policías y investigadores judiciales a pensar que podrían estar frente a un violador serial que viene dejando su huella desde el 2008. DIARIO DE CUYO comparó esos casos en los que chicas jóvenes relatan haber sido víctimas de un sujeto corpulento, morocho y pelo negro supuestamente ondulado que las amenazó con un revólver, un cuchillo y las violó en la calle.
En base a datos periodísticos, surge que los casos se remontan a fines del 2008. El viernes 26 de diciembre de ese año, un sujeto morocho, de pelo ondulado y corpulento violó en horas del mediodía a una chica de 18 años en inmediaciones de las calles Echeverría y Comandante Cabot, Rivadavia. El desconocido la amenazó con un arma de fuego y un cuchillo. La abrazó, la arrinconó contra la pared y ahí obligó a que lo masturbara y le practicara sexo oral.
Poco más de una semana después, el 4 de enero del 2009 al mediodía, un desconocido también corpulento, morocho y de pelo ondulado con un revólver y un cuchillo ultrajó a una chica de 23 años sobre la vereda de calle Argentina, cerca de 25 de Mayo, Capital. El modus operandi se repitió: la abrazó y la arrinconó contra una pared y al lado de un espeso árbol para después someterla sexualmente.
La policía jamás relacionó esos dos hechos, es más las investigaciones nunca avanzaron y quedaron en el olvido. Sin embargo, este año volvió a aparecer ese misterioso hombre corpulento, morocho y de pelo ondulado. Fue la noche del viernes 13 de mayo último, cuando agarró por la fuerza a una estudiante de 17 años que aguardaba el colectivo de Victoria y 9 de Julio, en el barrio Universitario, Capital. Aquella vez, como en los anteriores casos, el violador sacó un revólver y un cuchillo para amenazar a la chica. La llevó abrazada hasta la esquina de Víctoria y Franklin Rawson, donde en la misma vereda y entre unos arbustos, la obligó a que lo masturbara y la violó.
Al viernes siguiente, el 20 de mayo, la historia se repitió con otra adolescente que volvía de la escuela Diego Salinas, en Rivadavia. De nuevo fue el violador con la misma fisonomía. La atacó con un arma de fuego y un elemento filoso, y la obligó a caminar hasta unas moras sobre la vereda de Avellaneda y 25 de Mayo en el Bº Jardín Policial. Es decir. El hombre manoseó a la chica y quiso violarla, pero ella se resistió y escapó.
El 7 de junio, la policía detuvo al panadero sospechado de ser el violador de estos dos últimos casos. Mientras los policías de la sección Seguridad Personal y la Seccional 28va. trataban de reunir más pruebas, el lunes 13 de junio se produjo otro ataque sexual. Una estudiante de 15 años fue sorprendida por un sujeto corpulento y de pelo aparentemente ondulado que la amenazó con un arma de fuego y un cuchillo en calle Ramón Franco en Bº Laprida, Santa Lucía, según relató. Como en los otros hechos, el abusador la abrazó y la trasladó a un lugar oscuro. Sobre la misma vereda, la manoseó e hizo que lo masturbara. Lo único que no coincidiría es que ella describió a un hombre de tez trigueña, aunque no pudo asegurarlo porque se cubría.
A todo eso, el panadero estaba detenido y era el principal sospechoso de las violaciones en el Bº Universitario y el Jardín Policial. En la policía creían que era él, pero las dos víctimas no pudieron reconocerlo en rueda de personas. Actualmente, sigue detenido porque faltan realizar exámenes. Las dudas están, como también la posibilidad de que el verdadero violador serial que cometió los cinco ataques todavía ande suelto y dispuesto aparecer de nuevo.
