La bandera argentina dejó ayer un espacio al verde, el color de la chaqueta más famosa del golf mundial que ganó, tras un desempate épico, Angel Cabrera en el Master de Augusta. El sastre del selecto club rebuscó en su armario para encontrar la talla más grande de cuantas Chaquetas Verdes posee. Cabrera, de 39 años y campeón en 2007 del Open de los Estados Unidos, volvió a colocar al golf argentino en el lugar más alto ante el Senado de este deporte en Norteamérica. El sudafricano Trevor Immelman colocó la chaqueta de campeón sobre el cuerpo robusto de Cabrera, el hombre más feliz en Augusta.

Atrás quedaron cuatro grandes vueltas de golf (68_68_69_71) y un desempate frente a los estadounidenses Kenny Perry y Chad Campbell. Los tres terminaron los 72 hoyos con idéntico número de golpes: 276, para 12 bajo par.

Cabrera, jugando más que nunca de visitante, pudo con sus dos contendientes. El cordobés tuvo la suerte del campeón en el 18, primer hoyo del desempate -una rama empujó su bola a calle-, y después destrozó en el hoyo 10 al veterano Perry, de 48 años.

Allí, en el hoyo 10, Cabrera levantó el puño con fuerza como nuevo campeón.

El Pato Cabrera sumó su segundo título de Grand Slam, después del citado Open estadounidense de 2007, y certificó el tercer Major en la historia del golf argentino tras el conquistado en 1968 por Roberto de Vicenzo (Open Británico).

La jornada final no defraudó. Fue intensa, emocionante, cambiante por la gran remontada de Phil Mickelson y Tiger Woods, ambos a siete golpes de la cabeza en el inicio y compartiendo un partido que reventó las audiencias televisivas. Y absolutamente de infarto por el mencionado desempate con final feliz para el golf argentino.

El Masters de Augusta de 2009 será recordado por los vaivenes que tuvieron los primeros puestos durante el último día. Cabrera había terminado el sábado en la cima y no tuvo un buen comienzo en la cuarta ronda, con bogeys en los hoyos 4, 5 y 10), más allá de haber logrado un birdie en el 3.

Además, Cabrera contaba con las levantadas en la cuarta ronda de los estadounidenses Tiger Woods, número uno del mundo, y Phil Mickelson, jugadores que mostraron su clase para meterle presión al líder Perry y ser animadores del certamen. Pero ambos erraron en los hoyos finales y el torneo pasó a ser un pleito entre Perry, Cabrera y Chad Campbell.

Y fue entonces que salió a relucir todo el temple (y también la suerte que debe tener todo campeón tras el mencionado pelotazo en la rama del árbol) del cordobés, para lograr su mejor triunfo y escribir el momento más glorioso del

golf argentino.