En los primeros minutos de ayer el colectivo partió. No era cualquier movilidad, era la de la cábala porque viajando en ese bus nunca perdieron como visitantes. Tenía menos capacidad que con el que fueron a Salta, pero allí el resultado fue adverso, y volvieron al viejo, en el que más allá que para este juego vinieron todos los jugadores que participaron del proceso (25) ninguno se quejó y tuvo que compartir la butaca de al lado con otro compañero.

Fue lo más parecido a un viaje de fin de curso del secundario. Y el mismo Daniel Gómez se encargó de rotularlo así con el cantito de "Barilo, Barilo, nos vamos a Barilo", en referencia a la cuidad de Bariloche. Los más tranquilos: Santiago Ceballos, Ernesto Fullana, el "Cano" Gómez y los juveniles. Todo lo contrario, cabecillas del descontrol: Adrián Galván, Jorge Steiner, Jorge Chica y Marcelo Laciar.

Ni bien partieron desde el CIC de Rawson, donde los hinchas en moto los siguieron por varias cuadras, la primera parada fue en Caucete. Allí fue la zona de abastecimiento donde Chica compró globos azules y blancos, que luego coparon el fondo del colectivo y que otros, en principal el "Coqui", para colocárselos bajo su ropa y desfilar por el pasillo de bus como una vedette con muy abultados atributos.

Pero ello no fue lo único que tuvieron esos 610 km., porque la escena se centró en el sorteo que se realizó en pleno viaje, en el que participaron todos los jugadores más el cuerpo técnico. Los premios iban desde un TV hasta un espejo, pasando por dinero en efectivo, logro que se consiguió por la donación de empresas y seguidores de Unión.

Uno a uno se fue llenando la bolsa con los nombres de cada uno. Ceballos era quien sacaba al papel con el nombre de beneficiado, mientras Chica anunciaba cual era el premio. El encargado de decirlo fue el Gino Laciar, quien le puso su toque para hacer que cada premio tuviese un auspicio (al mejor estilo de la quiniela radial) resaltando algo de sus compañeros.

El primer premio fue el más jugoso. Un TV que se lo llevó Matías Guerra, aunque luego que se anunciara su apellido, se ligó patadas, trompadas y todo tipo de saludos agresivos de sus compañeros.

Así fue cada entrega, salvo cuando Cabello se ganó una caja de vino y nadie se animó a nada. Adrián Galván se quedó con un placard, el profe Oropel con un DVD, y luego los siguieron Matías Monassa (lámpara), Daniel Gómez (caja para herramientas), Chica (zapatillas, que se las dio al masajista Carlos Rearte), Adrián Esquivel (remera), Carlos Biasotti (espejo), el Dr. Peña (vino), Andrés Narváez (buzo), Federico Quiroga (nebulizador donado por Chica), Eduardo González (lechón obsequiado por el doctor Peña). Y luego 10 premios de $100 cada para Ceballos, Gerardo Morales, "Pupi" Carrizo, Wilfredo Brombale, Cuca Herrera, Laciar, Agustín Quiroga, "Toto" (utilero), Steiner y el "Torta" González.

Pero como varios se quedaron sin premios, Chica puso un cheque de $1000 y le logró sacar a Cabello otros $500 así todos se fueron con algo, aunque dudando si el DT se meterá la mano al bolsillo porque la entrega fue simbólica.

Eso tardó 1 hora y media, fue pura risa, con fotos de por medio y el mate que amagaba a chorrearse con cada premiado. Luego Cabello le puso seriedad, se puso una película (ya eran las 2 de la mañana), pidió que apagaran las luces y bajaran el sonido, "así se duermen todos", dijo el DT.

Se despertaron pasadas las 8 para desayunar y una hora más tarde arribaron al hotel. Ya estaban en Córdoba, el lugar señalado, donde un día antes del juego clave, todos tuvieron su premio, aunque hoy van por el que realmente vale y vinieron a buscar.