Ni el más rápido, ni el mejor atleta. Lo que se tuvo en cuenta ayer fue la precisión de los competidores a la hora de orientarse en medio de cerros desconocidos para ellos. Y para eso, más de 75 personas recorrieron las Sierras Azules y el Cerro Blanco con una brújula y un mapa. Esto fue porque se realizó en San Juan la tercera fecha del campeonato nacional Orientatlón ’09. La movida fue en Zonda y es la segunda vez que se hace en la provincia. Pero este año la carrera aventura fue más dura porque los competidores tuvieron que enfrentarse a cerros más altos y terrenos con más dificultades.
Durante 7 horas, los atletas caminaron entre los cerros buscando los testigos (estacas de madera clavadas en el suelo). Es que la carrera tiene como objetivo aprender a orientarse en la montaña. Y la tarea no fue fácil ya que largaron el domingo cuando todavía no amanecía. Las luces de las linternas frontales desparramadas entre las quebradas y los filos de los cerros fue una imagen que impactó hasta los organizadores. Los atletas, la mayoría de Buenos Aires, están acostumbrados a leer mapas y a orientarse sólo con una brújula. Pero esta vez, la mayoría coincidió en que había mucha piedra suelta en el camino y no se podía correr. "Tuvimos que escalar de noche y no fue fácil. Además las bajas temperaturas no ayudaron mucho", dijo Marcelo Ponce, uno de los pocos sanjuaninos que participó de la carrera. Es que esta modalidad es relativamente nueva en el país y recién se está promocionando en la provincia. El año pasado se hizo en el cerro Tres Marías, que está en Ullum.
Se trata de una carrera de resistencia, pero también de estrategia a la hora de buscar los testigos, que son colocados por los organizadores antes de la carrera. Es algo parecido a la búsqueda del tesoro, pero entre montañas. El condimento especial de este año, es que algunos de los testigos estaban cerca del dique Caracoles y de lo que será el Punta Negra. Por lo que los participantes quedaron impactados con el paisaje. Así, en minutos pudieron pasar de la cima de un cerro, a un portezuelo y de ahí salir a un puente y toparse con la obra en construcción del nuevo dique. Los menos osados prefirieron hacer buena parte de la búsqueda caminando por la ruta. Sin embargo no faltaron los que decidieron internase en las montañas para ver hasta dónde eran capases de ubicarse.
El cansancio, la falta de agua, la desesperación por localizar la mayor cantidad de testigos posible antes de las 13, logró que los nervios estuvieran a flor de piel en los últimos minutos de la carrera. Es por eso que no fue raro ver a los equipos apostados al costado de la ruta, trazando estrategias para llegar más rápido recorriendo mayor cantidad de lugares.
Para muchos de los competidores, el testigo ubicado en el punto 25 fue el más complicado. Y no era para menos. Estaba colocado a 12 kilómetros del punto de partida, es decir a la mayor distancia. Es por eso que algunos ni siquiera pudieron encontrarlo.
La salida y la llegada fue en el camping del Cerro Blanco. Allí armaron el arco inflable por el que pasaron los atletas después de haber recorrido una parte de la precordillera sanjuanina durante siete horas, sin descanso. El broche final a tanto esfuerzo fueron las numerosas familias que esperaban la llegada de los competidores y las hamburguesas que los organizadores prepararon para la hora del almuerzo.
