La llegada del crudo invierno obliga a tomar decisiones rápidas y económicas -en lo posible- al momento de calefaccionar el hogar. Para los "tradicionalistas" los calefactores son sagrados, pero los nuevos tiempos y las modas que imponen nuevas formas de hacer confortable una habitación en invierno plantean una inevitable disyuntiva que impacta directamente en el bolsillo ¿Qué es más barato, calefaccionar una casa con artefactos a gas o eléctricos? Con datos proporcionados por el Ente Provincial Regulador de la Energía, DIARIO DE CUYO elaboró un informe para despejar varios interrogantes, y en 7 ejemplos (ver infografía) se gráfica por qué conviene más a la economía hogareña calefaccionarse con gas, siempre que éste sea natural, y no de garrafa.
El gasto puede ser un 29,2% mayor en el caso de usar estufas halógenas y llega a un 42,4% de incremento en pesos en el caso de un aire acondicionado frío-calor de 3.000 frigorías, en contraposición con un calefactor de tiro balanceado de 3.000 kilocalorías, en el caso que se usaran todos en una misma habitación standar, durante 8 horas seguidas por día, durante un mes. Mientras el tiro balanceado costaría $43,22 al mes, el aire acondicionado insumiría $61,54 y la estufa halógena $55,82. El más gastador es el caloventor eléctrico: encendido 8 horas diarias durante un mes implica un gasto mensual en la factura de electricidad nada menos que de de $201,60, es decir, un 366,4% más que el tiro balanceado.
Al momento de comprar y elegir por un artefacto a gas o uno eléctrico aparecen dos condicionantes claves: por un lado, el gasto inicial. No tiene el mismo precio un calefactor tiro balanceado de 3000 Kc. que un caloventor, el precio se triplica prácticamente en el caso del aparato a gas. Primera conclusión: los calefactores son bastante más caros que cualquier artefacto eléctrico, excepto el aire acondicionado (ver nota pag. 3).
El otro condicionante es el consumo, porque los aparatos eléctricos -como lo expresa este informe- consumen más y se nota como repercute en la boleta de luz a fin de mes. Entonces, el relativamente bajo costo inicial de un caloventor, se pierde en el impacto que tiene en el gasto mensual por su consumo.
Para un día frío de invierno en una casa calefaccionada totalmente con gas natural, se puede decir que más del 75% de su consumo está asociado a la calefacción, esto ocurre entre los meses de mayo y julio.
Por ejemplo, en los calefactores que tienen termostato y cortan cuando ya se llegó al "pico" de confort en el ambiente, no generan un gasto en exceso y se nota a fin de mes cuando se paga la boleta de gas, pero en los que no tienen un regulador de temperatura están encendidos y calientan los espacios, muchas veces en demasía provocando un gasto extra.
Además del consumo que tiene un artefacto que funciona a gas o se alimenta de electricidad, hay factores que a veces inclinan la balanza para un lado u otro y también son determinantes. Los aires acondicionados frío-calor, las estufas halógenas, los radiadores de aceite y los caloventores tienen algunas ventajas: son silenciosos, prácticamente no necesitan mantenimiento y no consumen el oxígeno del ambiente, pero al mismo tiempo reducen la humedad del ambiente, sólo calefaccionan lugares puntuales y el calor no se expande en toda la habitación. Para el caso de los artefactos a gas, como los calefactores -tiro balanceado o tradicional- o las pantallas de gas (la mayoría no están aprobadas) tienen ventajas comparativas: reducido costo de operación y bajo mantenimiento, pero no todas son buenas, porque entre las desventajas se cuentan: es necesario ventilar el ambiente o disponer de espacio de salida debido a la emanación de gases tóxicos (rejillas) y la instalación es onerosa.
