Definitivamente el departamento Calingasta sigue consolidando su perfil vitivinícola. A la bodega que ya hay en la localidad de Sorocayense (Alta Bonanza) y al crecimiento de la superficie cultivada de vides que en ese valle se multiplicó un 236% en la última década, hoy quedará formalmente inaugurada una segunda bodega, en Barreal, con características únicas. En ese distrito, el único antecedente de un establecimiento que elabore vinos se remonta a los años ‘50 y perteneció a la familia Montigel.

Se trata de una bodega boutique, denominada así porque está dedicada a la producción en volúmenes pequeños de vinos (en este caso 21.000 litros) y es propiedad de Vidal Ossa Aubone, que integra una familia tradicional del valle cordillerano.

‘Es un emprendimiento familiar pero que consideramos tiene características únicas, porque estamos produciendo vinos en zonas altas, muy atractivos para el consumidor y con toda una mística que ofrecen este tipo de lugares’, explicó el propietario. El establecimiento posee 6 tanques de acero inoxidable de 2.000 litros, 6 de 1.000 litros, 2 de 500 litros y 4 más de 250 litros. A eso se le suman 4 barricas de roble oscuro de 225 litros, una embotelladora de 4 bocas y un equipo de frío de 30 mil frigorías, entre otras prestaciones de punta que tiene. La bodega se llama ‘Entre Tapias SRL’ y si bien ya realizó una producción de prueba en la última vendimia, hoy le presentarán al gobernador Gioja todo el merchandising que tendrá la firma que buscará salir al mercado bajo la denominación ‘Piedras Bayas’. Este nombre es el de un refugio de la cordillera calingastina.

La bodega se nutrirá de la materia prima que aporten 2 hectáreas que lindan con la propiedad y que tienen un ramillete de variedades de uvas finas: Pinot Gris, Malbec y Cabernet Sauvignon. Pero la idea -comentó Vidal Ossa Aubone- es que en un futuro y dependiendo de la demanda, se abastezca de uvas que también sean de la zona. Calingasta tuvo en el siglo XX algunas fincas que apostaron a las vides, cultivando principalmente el torrontés sanjuanino, las criollas y las cerezas. Pero la reconversión que se dio en la vitivinicultura también llegó al oasis calingastino, en el que ahora se hay desde un Syrah o Malbec hasta un Bonarda o Pinot Gris. En el municipio están de parabienes, porque apuestan a que el departamento de a poco se convierta en un polo vitícola, si bien no por su cantidad de viñedos y bodegas, sino por la calidad que ofrece la zona en cuanto al aspecto climático.

Las uvas calingastinas son muy cotizadas en el mercado del vino -en la última cosecha se llegó a pagar hasta 4 pesos una tinta, el mismo valor que las uvas premium del Cordón de Plata mendocino, que es el mejor del país, explican los expertos- y las buscan las bodegas que elaboran vinos de alta gama. Según cuentan desde el municipio, ahora con dos bodegas elaborando en este valle sanjuanino, quieren evitar que muchas de las uvas que allí se producen partan rumbo a la provincia de Mendoza, que son altamente codiciadas por las mejores marcas de vinos finos.