Largó inclusive cinco minutos antes de lo previsto. Parecía que todo iba a andar como un relojito pero, por el entusiasmo o por la inexperiencia, el partido que le siguió a la ceremonia de inauguración (entre el dueño de casa y Sudáfrica) empezó con más de 45 minutos de retraso. Así y todo, el primer día del 41ro Campeonato Mundial de hockey sobre patines sobró a las expectativas de quienes acá, en tierras africanas, somos visitantes. El maravilloso y coqueto estadio no se mostró a lleno total. Pero asistió mucha gente. Y el color y el calor angoleño estuvieron de sobra.

La fiesta empezó con la actuación de 70 adolescentes que bailaron al compás del tema musical del Mundial. Todos vestidos de rojo y moviéndose en patines. Pero, vaya paradoja, estaban arriba de patines en línea. Nada que ver con las ocho rueditas que tienen el par de patines de este Mundial. Con la conducción de Aumir y Grecia, el acto siguió. Eso sí, ya con las vuvuzelas atronando en el lugar. Entró el muñeco del Mundial y patinó con unos acompañantes. Después las banderas de los países participantes. Las tribunas se iban poblando. En cada silla los organizadores habían dejado un par de vuvuzelas, dos plásticos para inflar y aplaudir y una gorra. Luego se dio un paréntesis prolongado para esperar a las autoridades, encabezadas por el gobernador de Luanda, que debían asistir. Ya con todos los que tenían que estar se cantó el himno de Angola. Después hubo números con danzas autóctonas y una exhibición de patinaje artístico de una pareja canadiense. Más tarde una interpretación brillante con cada chico representando un país que juega el Mundial y en un partido que parecía una lucha. Después llegó lo más llamativo, cuando más de cien personas ingresaron a la cancha y, cada uno con trapos de un color determinado, levantaron sus brazos y formaron la bandera de Angola. Luego, el ingreso de todas las delegaciones. Aplaudidas por todos. El tiempo de los discursos y la desconcentración. El estadio, ya por ese entonces, era un hervidero.

Color y calor en una ceremonia inaugural a la altura de los acontecimientos. Ya desde mañana será el momento de ver a todos los seleccionados en acción. Que se venga.