Amparados en el descenso de la desigualdad social, la juventud de su población y la pujanza internacional, los brasileños, optimistas incurables, lideran la clasificación mundial de felicidad futura con la convicción de que lo que está por venir será mejor que lo ya conquistado. En el país de los ritmos tropicales, el Sol y la sensualidad, las familias brasileñas se declaran "altamente satisfechas", según el estudio "2012: ¿Desarrollo inclusivo sostenible?", publicado por el Instituto de Investigación Económica Aplicada.

Se confirmó que en una escala del 0 al 10 los brasileños califican su vida actual con un 7,1. Para los responsables del estudio, los bajos niveles de desempleo, el aumento de la renta individual media, que subió un 4,89% en el último año, y el descenso de las desigualdades sociales están detrás de ese bienestar generalizado. Pero si en el presente se declaran satisfechos, donde realmente rompen las estadísticas del placer es en felicidad futura.

Los brasileños puntúan con nada menos que un 8,6 sus expectativas de satisfacción con la vida para 2015, nota que les sitúa a la cabeza del ranking mundial de este parámetro, según otro estudio de la Fundación Getulio Vargas, que se basa en los datos de la Gallup World Poll. Con este resultado, el pueblo brasileño se proclama campeón de la felicidad que está por llegar por cuarta vez consecutiva, tras haber liderado esa misma clasificación en los años 2011, 2012 y 2014.

Brasil se encuentra inmerso en un proceso de reafirmación nacional que cala con fuerza en el ánimo ciudadano. Además de los logros sociales, el país está ganando espacio en la esfera internacional y en los próximos años será el escaparate mundial debido a la celebración del Mundial de Fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016.

Las buenas perspectivas que manejan los brasileños es la propia idiosincrasia de un país optimista por naturaleza. Pero para obtener respuestas sobre los brasileños no hay nada mejor que remitirse a su música, la gran pasión cultural de un pueblo que no entiende la vida alejado del pentagrama. Ya que antes de que llegaran las estadísticas y los gráficos de barras el célebre músico carioca Gonzaguinha, hijo del acordeonista Luiz Gonzaga y compositor de interpretes de la talla de María Bethania o Elis Regina, expresó el sentir de un pueblo de 190 millones de personas en una canción considerada un himno.

Esa samba tuvo una versión en español en la voz del fallecido salsero puertorriqueño Héctor Lavoe, titulada "La vida es bonita". "’Yo sé, yo sé/ Que la vida debía ser/ mucho mejor y lo será/ pero eso no impide que repita/ es bonita, es bonita/ y es bonita".

(*) Agencia EFE, Sao Paulo.