Hay historias. Donde falta de todos y sobra corazón. Tal vez ese enorme corazón hizo realidad lo que parecía imposible porque el Club Social y Deportivo San Martín de Cañada Honda demostró que siempre se puede. Que después de aquel nacimiento el 25 de Septiembre de 1937 al borde de la vieja estación calera del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico pasó de todo. Era 1885 y el tiempo de gloria de los ferrocarriles marcaba el paso de una Argentina floreciente que nunca imaginaría que en la década del 1990 quedaría en la nada. En el abandono. Sin trabajo, sin recursos. Lo sintió el pueblo entero y también el fútbol porque San Martín de Cañada Honda decidía parar la pelota, frenarse y tratar de renacer de sus cenizas. No era fácil. No había ni cancha y al costado Norte de la Ruta provincial 153, solo el viejo baldía de tierra blanda invitaba a los soñadores. Se animaron y este lunes lograron meterse en las finales del Torneo Apertura de la Liga Sarmientina ganandole a Juventud Unida la clasificación, empatando 1-1 como local y habiendo sacado ya la ventaja en la ida cuando ganó. Ahora es finalista y espera rival entre Defensores y Punta del Médano pero eso es lo de menos. Están de fiesta.
En Punta del Médano demostraron que es posible. Con 50 años sin jugar, con el club en coma, sin futuro, con frustraciones y más de mil intentos con ponerlo en marcha algún día, este 2016 se animaron. La Liga Sarmientina los acompañó, se pusieron al día en los papeles y armaron todo. Empezaron con la cancha, con emparejar ese piso de tierra y de ver la vieja estación como monumento a lo que fueron como testigos. Se pusieron todos a trabajar. Hacer los vestuarios, poner el alambrado olímpico y armar un equipo serio, con hambre de gloria. Fueron despacio pero a paso firme y 50 años después, se metieron en las series decisivas. De socios, ni hablar. De cuota menos, era poner todos. Desde trabajo después del laburo en la caleras para los hombres, de hacer empañadas, sorteos, bingos y lo que sea de las mujeres que en el campo hacen de todo.
Así, San Martín, con los colores de Estudiantes de La Plata, empezó a ser noticia. Se animaron. Se agrandaron y empezaron a creer que podían. Jugaron mucho de visitante pero en las semifinales querían volver a su casa, a la Vieja Estación y con trabajo a full lo consiguieron. Se armaron los vestuarios, se puso el alambrado y jugaron. Para ganar, eso si. Hay fútbol para Cañada Honda, donde por varios años muchos pensaron que todo había muerto.
