En medio de la conmoción que sacude a los mendocinos por el caso de la joven que tuvo siete hijos de su padre, luego de ser violada durante más de 20 años, ayer un tribunal local condenó a 10 años de cárcel a un ex empleado de carnicería que violó a su hija durante 4 años y tuvo con ella un hijo-nieto. Y en Pocito un obrero fue detenido sospechado de violar a su hija de 13 años.
CONDENADO
Hubo una posibilidad de frenar los malos tratos, los abusos y las reiteradas violaciones. Fue en mayo de 2006, cuando la víctima, por entonces de 13 años, escapó de su casa de Rivadavia cansada de los ultrajes sexuales y se fue a la de su novio de la misma edad. Allí contó que era golpeada y violada desde los 10 años, y entonces hubo una denuncia y su padre fue detenido. Pero luego -según el expediente- la atemorizada y confundida víctima fue influida por su madre y una vecina, Testigo de Jehová, para que retirara la denuncia por las penurias económicas que significaría no tener el alimento y la mantención que les daba su padre (empleado de carnicería) a ella y a sus cuatro hermanos. La vecina, hasta le dijo que "iría al infierno" por acusar a su progenitor, según el expediente.
Entonces la niña mintió. Fue a la policía, dijo que su padre nunca la había tocado y el sujeto recuperó su libertad. Y siguieron los abusos, hasta que se produjo algo más aberrante, un embarazo a los 13 años. Y el nacimiento cuando tenía 14. Y la vergüenza de presentar a su hijo como de sus padres, y salir a vender cosméticos para ayudar a mantener a la criatura. Demasiada humillación. Pero la chica volvió a explotar en junio del año 2007, y le contó todo a sus compañeros de escuela. Por entonces tenía 14 años y un bebé de 4 meses. Su conmovedor relato lo escuchó la hija de una juez, y entonces el caso se manejó de otra manera. Días después, el 15 de junio, la asesora de Menores denunciaba el aberrante hecho y esa vez el sospechoso no podría escapar de la prisión.
Y ayer los jueces Ricardo Alfredo Conte Grand, Eugenio Barbera y Héctor Fili (Sala III de la Cámara Penal) decidieron que siga preso: le dieron 10 años de cárcel por abusar de una menor de 13 años, con el agravante de ser su propia hija, y también por corromper el sano sentido del sexo en la niña, hoy de 16 años. Al escuchar el castigo, el condenado, identificado sólo por sus iniciales para preservar a las víctimas (S.H.A., de 34 años), sólo se mostró preocupado por el cómputo de la pena, quizá para saber cuándo podrá volver a salir de prisión.
Según fuentes judiciales, esa pena de 10 años había sido aceptada a regañadientes por el imputado la semana pasada, cuando aceptó su responsabilidad penal, la calificación del delito y el mínimo del castigo que podían imponerle (10 años), luego de acordar un juicio abreviado con su defensora oficial, Virginia Guillén, y el fiscal José Eduardo Mallea.
El planteo de un juicio abreviado se realizó ante una evidencia abrumadora que, de todos modos, el condenado se niega a aceptar: un estudio de ADN en el hospital Rawson que no dejaba lugar a dudas sobre la paternidad de su hijo-nieto. Y otro análisis de ADN que se realizó ante su insistente pedido, porque siempre aseguró que no era el padre de la criatura. Ese nuevo estudio también dio positivo, pero el carnicero promete hacerse otro examen para demostrar que tiene la razón, dijeron fuentes judiciales.
Tan aberrante fue la situación que atravesó la niña que -según su relato- en la primera ocasión que fue violada, su padre le contó lo que hizo a su madre con la excusa de que estaba "dormido", pero su mamá optó por recriminarle a ella y discutir con su pareja, sin denunciarlo. La chica también relató que en una ocasión su madre y su tía (hermana del sospechoso) lo sorprendieron cuando la sometía, y entonces su mamá se puso a llorar y su tía amenazó con denunciar, pero no lo hizo.
La presunta complicidad de la madre fue investigada por pedido de un fiscal, pero al final la mujer fue sobreseída.
