Las pilas de cartones ordenadas en las esquinas por personas que después las venden son lo único visible que sobrevivió a la implementación del nuevo sistema de recolección de residuos en la Capital. Y es que, siempre y cuando no dejen cartones ni basura desparramados, la Municipalidad permitirá que los cartoneros sigan trabajando en el microcentro. Con el nuevo sistema de contenedores, desaparecieron los residuos desparramados en la calle, los perros comiendo basura y el mal olor de los fluidos. Además, se dispuso que los comerciantes tenían que llamar a la Municipalidad para que un camión se llevara los cartones. Y eso hizo temblar a los cartoneros. Pero, ahora, desde el municipio aclararon que podrán seguir en pie.
Una pareja, dos padres con sus hijos y un hombre mayor son quienes recolectan la mayor parte de los cartones en la peatonal y los alrededores. Y todos aseguran que el cartoneo les sirve como sustento fundamental para mantener a sus familias.
Sus herramientas de trabajo son escasas: una trincheta, carritos para mover los cartones; bolsas para recolectar los sobrantes de cartón, piolas y cintas adhesivas; y motos, bicicletas o una camioneta para trasladar los cartones.
Están bien organizados, cada uno tiene su vereda para trabajar y, en muchos casos, los comerciantes los conocen, los saludan llamándolos por sus nombres y hasta les llevan las cajas al espacio en el que están.
Juan Carlos Paredes (54), trabaja con su esposa Carmen en Central y Tucumán hace más de 7 años. El hombre cuenta que trabajaba en la construcción, pero tuvo que dejar su oficio porque sufrió dos accidentes en los que perdió un ojo y además terminó con una prótesis en la pierna. "Mi mujer tiene una pensión, con eso nos alcanza para pagar las boletas. El cartoneo nos sirve para comer", cuenta el hombre mientras el empleado de un comercio se acerca para dejarle un montón de cajas y lo saluda.
El trabajo demanda prolijidad y organización. Deben poner todo el cartón en el carrito que mueven con una moto. Por eso, Carlos desarma las cajas y las acomoda en pilas. Su mujer va juntando en una bolsa los papeles, piolas y perchas que encuentran en las cajas, para no dejar nada tirado. "Si nos sacaran de acá sería un despropósito, nosotros trabajamos, no molestamos a nadie, no ensuciamos. Y los comerciantes nos dan las cajas sin problemas", dice la mujer.
Igual que ellos trabaja José González (45), que se dedica al cartoneo desde hace 9 años. Lo acompaña su hijo, Luis (18) que se inició en la actividad junto con su padre. "Me lo chocaron dos veces cuando era chiquito por andar cartoneando conmigo, por suerte no le pasó nada grave", recuerda el hombre. El junta los cartones en Rioja y Rivadavia y con lo que gana con esa actividad y lo que cobra por hacer trabajo de jardinería por las mañanas, crió a sus 4 hijos. Dice que les pagan entre 40 y 62 centavos por kilo de cartón. Y que por mes juntan entre 1.100 y 1.500 kilos. Según cuenta, las recuperadoras de Capital son las que pagan menos, las de Chimbas un poco más y las de Rawson son las mejores pagadoras. El hombre dice también que "estoy orgulloso de lo que hago. No le sacamos nada a nadie, los comerciantes nos dan los cartones y les ofrecemos un servicio al llevarnos las cajas".
Pero no todos piensan lo mismo. Sobre calle Tucumán, antes de Libertador, se estaciona todas las noches una camioneta en la que juntan las cajas otro padre con su hijo. No quieren decir sus nombres, ni dejan que se les tome fotografías. Sin embargo, el chico, que ya tiene sus propios hijos, cuenta que "mi viejo trabaja acá hace 20 años. Nosotros no somos cartoneros, no juntamos cartones de la calle, los sacamos de los comercios".
De los cartoneros, Felipe Figueroa es el que tiene más edad, cuenta 69 años. Pero, a su vez, es el más nuevo en el rubro, junta cartones hace un año y medio en Libertador y General Acha. "Estoy enfermo del corazón, me internaron tres veces. Hace casi dos años entraron a mi casa y me robaron todo, incluida la jubilación. Estaba desesperado, pero José -el cartonero de la Rioja- me enseñó a trabajar con el cartón", cuenta don Felipe. Y comenta que "con esto tengo para comer", mientras va juntando los cartones que carga en un carrito que tira con su bicicleta.
