Universidad Católica se instaló en la final de hoy. Lo hizo a fuerza de su hockey veloz, que no sabe de renunciamientos. Teniendo como bandera al amor propio de sus jóvenes guerreros. Le ganó en una luchada y emocionante semifinal a su par de la Universidad de Chile por 5-4. Un premio para un equipo que contagia. Que tiene a casi todos los jugadores del Sub-20 chileno que fueron terceros en el Mundial de Italia 2009.
Fue un partidazo de principio a final. La U sorprendió desde el arranque nomás. Es que antes del primer minuto, su símbolo, el Chino Jiménez, la mandó al fondo del arco rival. Pero los pibes de la Católica lo asimilaron de inmediato. Tanto que sólo 2′ después llegó al empate de Berrios. El partido, intenso, se hizo aún más atractivo. El Chino clavó un penal para dejar otra vez arriba a la U. Católica no se quedó atrás y volvió a empatar (un golazo del Pelado Valenzuela).
En el complemento la Católica creó innumerables ocasiones pero la U pasó al frente cuando no, con un gol de Jiménez. Aunque Ponce logró el empate por tercera vez. A los 14′, Cristian Fernández la mandó al fondo. Y desde ahí apareció el tremendo amor propio de los pibes de la Católica. Se llevaron por delante a su rival y metieron dos goles en un minuto. Primero fue Castro. Después Berrios. Bestial. Para soñar despiertos.
