Más de un millar de feligreses despidieron los restos del beato argentino Ceferino Namuncurá, que en medio de una polémica fueron sacados ayer del lugar donde estuvieron los últimos 85 años.
Tras una misa en la iglesia de la localidad, la urna funeraria que se veneraba en Fortín Mercedes, al sur de la provincia de Buenos Aires, fue entregada a los familiares de Namuncurá, que se la llevaron hasta San Ignacio, una localidad de la provincia de Neuquén donde residen los indios mapuches.
Los parientes del mapuche Namuncurá se detuvieron unos minutos en Chimpay, el pueblo natal del beato, antes de continuar con el viaje a San Ignacio, donde prevén llegar hoy.
El traslado del beato provocó malestar en la comunidad de Pedro Luro, ya que consideraron que no habían sido avisados con tiempo de la decisión de la Iglesia sobre los restos de Ceferino, que en 1905 murió de tuberculosis en Roma, a donde había llegado para encontrar un tratamiento.
También argumentaron que los restos del beato descansaban desde hacía 85 años en la casa de los sacerdotes salesianos -comunidad a la que aspiraba pertenecer Ceferino-.
En Fortín Mercedes, a 130 kilómetros de Bahía Blanca, se erigía la antigua frontera con el territorio indio y desde 1923 descansaba la urna con las cenizas, repatriadas de Italia.
En cuanto a la ceremonia de ayer, cerca de las 9 comenzó el oficio religioso en el Santuario María Auxiliadora de Fortín Mercedes donde los vecinos de Pedro Luro se hicieron presentes con el fin de despedir la urna de Ceferino Namuncurá.
La celebración contó con la presencia del inspector salesiano y delegado del Arzobispo de Bahía Blanca, Vicente Tirabasso, y de familiares de Namuncurá, quienes fueron los encargados de trasladar posteriormente los restos.
Durante la misa se procedió a la firma de un acta en la que se hacía la entrega de la urna con los restos de Namuncurá.
