"Gustavo estaba tirado en el sillón, con el saco a un costado, la camisa desabrochada y la boca entreabierta. Pensaron que tenía un pico de presión o que tal vez le había dado un infarto. Bernaudo corrió a buscar a los paramédicos y al ratito volvió con dos chicos que no tendrían más de veinte años y que al ver a Gustavo Cerati descompensado no supieron qué hacer. Charly Michel, el kinesiólogo que viajaba con el equipo, revisó qué remedios tenían los paramédicos en sus bolsos y les pidió que fueran a buscar la camilla. Gustavo se podía mover pero estaba como abrumado, lento, y no podía hablar". Crudas, sin anestesia, sin metáforas… Las últimas horas del cantante llegaron al papel en una primera biografía, que salió esta semana a cargo del periodista Juan Morris y echa luz sobre el principio de su final a causa del ACV que sufrió en Venezuela, que no lo habría dejado en coma de inmediato, sino que lo tuvo consciente unos días hasta que finalmente cayó en un sueño profundo en el que permaneció 4 años.

Morris dialogó con DIARIO DE CUYO desde Estados Unidos y contó cómo surgió este libro que llega luego de 2 publicaciones, ninguna con su historia; como fue Conversaciones íntimas, de Gustavo Bove (con 3 entrevistas realizadas en distintos tiempos) y Cerati en Primera Persona, de Maitena Aboitiz (que recoge testimonios suyos). Su adelanto ya provocó diversas reacciones entre los fans y familiares. Es que si bien, según dijo el escritor, estuvo con la madre del rocker, su hijo Benito posteó en el Facebook de su grupo: "La biografía de GC que anda dando vueltas carece de veracidad, tiene muchas imprecisiones y no está autorizada por la familia. Además está escrita por alguien que nunca lo conoció ni tiene vínculo con ninguno de los miembros de la familia".

Sin dejar tiempo para tomar aliento, todo comienza brutalmente con la descripción de los sucesos, luego del concierto en Caracas, el 15 de mayo de 2010, como cierre de su tour Fuerza Natural. Toca el tema de su amistad con el sonidista Adrián Taverna y el guitarrista Richard Coleman, a quienes conocía "desde comienzos de los ’80, antes de que Soda grabara su primer álbum", como narra. Pero, sobre todo, hace foco en la sorpresa que se lleva Taverna, al momento de la foto grupal con la banda, cuando se da vuelta a hablar con él y lo vio pálido, "con los ojos desorbitados", escribe Morris.

¿Cómo empieza la idea del libro? Tras una nota que escribió para Rolling Stone en diciembre de 2010 sobre lo ocurrido en Venezuela.

"A partir de ahí me llamaron de Sudamericana. No fuimos amigos, de hecho no lo conocí. La investigación, que llevó 4 años y medio, empezó cuando él ya estaba en coma. Fueron muchos años de trabajo, miles de horas de charlas, escritura y correcciones. Entrevisté a médicos de acá, con los de Venezuela no tuve suerte, pero hablé con el amigo que estuvo con él cuando lo internaron", recordó Juan en charla con este medio.

"Busqué a sus compañeros de la primaria y secundaria. A su compañero de banco y al que se sentaba atrás, con los que tocaba la guitarra en Acción Católica, en la época en la que para sus amigos Gustavo era ‘Melena’. Al compañero que le hizo escuchar los primeros discos de Génesis. A Tashi, la novia de los primeros tiempos de Soda Stereo, de la que tomó el look de peinados espumosos y el maquillaje para el grupo", agregó quien hasta habló en varias oportunidades con su madre, Lilian Clark, para reconstruir su niñez: "Ella me mostró el cuarto de su infancia. Me contó los dibujos que hacía, cómo le gustaba mirar por la tele a Johny Tedesco".

¿Qué representan sus páginas? "El desafío de narrar una historia compleja y fascinante. Es, a fin de cuentas, la historia de la máxima estrella del rock latino, una cronología de su nacimiento hasta su muerte", reflexionó Morris, ahora en el centro de la escena.