La actividad no se suspende por lluvia ni nieve. Para desarrollarla no importa si está nublado o hay Sol, si hace frío o corre viento. Adentro de las Cavas de Zonda el clima se mantiene. Y es tan agradable que quienes entran muy abrigados se dan el gusto de tener la campera en el brazo y, mientras tanto, tomar la copa boca fina para probar el champán elaborado entre las paredes curvas de piedra. En esas condiciones, Rivadavia ofrece un recorrido ideal para estas vacaciones de invierno, dentro de un agradable microclima.

El guía, que usa una camisa de mangas cortas, abre el portón de ingreso a la cueva de 200 metros de largo y los visitantes entran. Ni bien comienzan a alejarse de la entrada sienten una atmósfera diferente. Y lo primero que preguntan es “¿qué temperatura hay acá?”. El guía sonríe, responde que es de alrededor de 18 grados y que no varía si el clima del exterior cambia. “Justamente, la estabilidad de la temperatura es lo que hace a este espacio tan ideal para hacer y mantener champán y vino”, explica el hombre a los visitantes.