Un placard de madera con puertas, lleno de ropa bien ordenada y que aún conserva sus etiquetas con los precios, hicieron olvidar el viejo mueble que estaba tapado con una cortinas y que guardaba ropa usada y zapatos que les quedaban grandes o chicos. Mientras que los gritos y chapuzones en una pileta de lona, que se escucharon desde el fondo, dejaron en evidencia la felicidad con la que ahora viven Ramón y José, los hermanos que fueron abandonados por su mamá, en Chimbas. Con pocas palabras y mostrando la sonrisa que nunca perdieron a pesar de que vivieron en la extrema miseria y desolación, dijeron que están felices y que por nada en el mundo quieren dejar de vivir con sus tíos y sus primos.
Después de que el caso de los hermanos abandonados se diera a conocer, la ayuda de mucha gente desconocida, familiares de sus tíos y de Desarrollo Humano no tardó en llegar. Mesa y sillas nuevas para que puedan comer todos juntos y otros muebles para mejorar la calidad de vida de toda la familia, fueron entregados a los Castro.
Con el Sol quemando a más no poder, Ramón dejó de lado la pelota de fútbol con la que estaba jugando, cargó junto a José la pila de sillas nuevas y hasta se trepó a una camioneta del Ministerio para poder descargar los colchones y la mesa.
Casi ni se acordaron de la vieja cama matrimonial que estaba sostenida por algunos ladrillos apilados. Es que el entusiasmo de ver llegar las camas nuevas y de poder estrenar por primera vez un mueble, hicieron que la vida de antes, la que estaba llena de necesidades, fuera quedando en el olvido. Así, en pocos minutos y caminado rápido, pero teniendo el máximo cuidado de no romper nada, bajaron y guardaron los muebles en la casa. Y para festejar, se metieron a la pileta, la misma que hace unos días atemorizaba a los hermanos porque no sabían nadar. Acompañados por Jesús, su primito de 2 años, salpicaron agua e hicieron que hasta los perros de la casa ladraran contagiados de la alegría. ‘Son dos niños, pero obedientes y colaboradores. Mantienen limpia su habitación‘, dijo Viviana de Castro, la tía que los quiere como si fueran sus hijos.
Mientras los hermanos se dedicaron a disfrutar de sus vida nueva, el tío Marcelo, el hermano de la mamá de Ramón y José, contó que buscarán las herramientas legales para que no les quiten a sus sobrinos y que hará hasta lo imposible para que estén mejor que ahora. El matrimonio dijo que los hermanos están bien adaptados y que todos los días les agradecen, con simples gestos como abrazos y besos, que los hayan ayudado. Cada día demuestran más afecto.
OTRA AYUDA:
Además de la asistencia con muebles nuevos, Desarrollo Humano comenzó a ayudar a la familia para que mejore las condiciones de la casa. Un arquitecto visitó a Marcelo Castro y le dijo que les arreglarán el techo, que es de caña, para que no se filtre el agua. Además, mejorarán las condiciones del baño, les harán una división de una pared y les arreglarán todo lo que haga falta para que la familia viva lo mejor posible. ‘Lo que están haciendo esto tíos no es algo menor. Entonces como premio, los vamos a ayudar para que estén todos cómodos y no les haga falta nada‘, dijo el ministro Daniel Molina, y aseguró que próximamente harán la presentación al Juez para pedir la tutela de los hermanos.
