"Trata de cuatro niños en edad de tomar su primera comunión y toda la fantasía que se genera en función a esto, en un colegio católico donde las cosas se explican a medias, lo que genera que entiendan lo que quieran y la obra se transforme en un delirio", expresó su director Carlos Kaspar. Inspirados en una grabación que él mismo hizo para que el público apagara sus celulares, una especie de voz de Dios que advierte que si no lo hacen "van a arder en el infierno", surgió la idea de que a Carlos (en la película el tío Román) lo poseyera Cristo en un juego de la copa. A los 30 años de edad, los chicos se reencuentran para liberarlo porque el diablo se quiere apropiar del mundo; allí comienza la gran travesía plagada de humor.