Súbitamente, a Rodolfo Colombo lo asiste su linaje rugbier y lanza la pregunta: ‘Qué, ¿vamos a hacer el haka?‘. Los que le festejan la salida son el gobernador José Luis Gioja y los restantes candidatos a ocupar ese mismo puesto, Roberto Basualdo, Carlos Navas y Fernando Moya. Es histórico e increíble, pero cierto: los cinco máximos referentes de la elección de hoy están juntos en un subsuelo, a pocas horas del comienzo del comicio. Se reunieron para la foto de la tapa de hoy de DIARIO DE CUYO y, en el estudio fotográfico de la Redacción, se distienden al máximo, se ametrallan chistes y cargadas, brindan con champán, comen algunos bocaditos y, ya que está, esbozan un breve picadito al fútbol, exhibición de payanitas incluida.
Las consignas eran sólo dos: no traer un ejército de colaboradores y vestir informal. Los cinco las cumplen al pie de la letra. Los primeros en llegar son, casi a la vez, Navas, Moya y Colombo. Navas, el único de saco (azul oscuro), abre la apuesta: ‘Me voy a sacar el saco para pelear mejor con todos éstos‘, dice, para romper el hielo. Menos mal que es chiste. El candidato es grandote, corpulento, y les saca casi media cabeza de ventaja a los otros dos. Al ratito nomás llega Basualdo, solo, con una sobria remera Lacoste y jean. ‘No, hoy la verdad que no hay mucho tiempo para estar con la familia -le responde al periodista-, hoy es un día para ajustar muchas cosas para el domingo‘. Cuando se les pregunta si hay que definir, por ejemplo, las movilidades de cada frente o partido para llevar gente a votar, Colombo se adelanta: ‘No, nosotros no usamos ese método… ¡no tenemos tantos votantes!‘.
Entre ellos, se cuentan dónde votan. Basualdo dice que por primera vez cambiará de escuela, ya no lo hará en Don Bosco. Colombo dice que está orgulloso de seguir votando en la Obreros del Porvenir, donde iba con su padre a todas las elecciones.
Navas revela que vota en Zonda. ‘Sí, yo soy de allá, de donde viene la revolución‘, agrega.
Entonces llega Gioja, acompañado sólo por el secretario de Información Pública, Alberto Amín. También viene de saco (el suyo es color tiza), pero se lo saca de inmediato para no fallar a la consigna. Les da la mano a sus cuatro contendientes, uno a uno, y empieza la historia: nunca, según ellos mismos recuerdan, estuvieron juntos todos los candidatos a Gobernador de San Juan tan poco tiempo antes de una elección.
Quien les agradece semejante gesto es el gerente de Coordinación y Planeamiento del Grupo Montes, Sergio Rosa Donati: ‘El doctor Francisco Montes -director de DIARIO DE CUYO- les manda sus saludos desde el exterior. Asistió a una reunión de trabajo en Perú y está medio complicado con el viaje de vuelta.
Parece que hay algo en la ruta aérea Santiago-Mendoza, pero en realidad el problema es Lima‘. Entonces Colombo no se la deja pasar: ‘Claro, el problema es Lima… ¡igual que en Capital!‘, dice y larga la carcajada, al tiempo que le aplica una piña cómplice en el hombro a Gioja, que tampoco aguanta la risa.
Con todos ya distendidos, viene entonces el momento de la foto para la tapa. Con telón negro de fondo, ubicados entre esa escenografía y una mesa con la urna, se acomodan los candidatos a Gobernador. El fotógrafo les pide que se paren así, la pierna asá, el hombro más allá, y los cinco, que tendrán mucha campaña encima pero no son modelos, empiezan a ponerse nerviosos. ‘Eh, Gobernador, ponga orden‘, suplica Colombo, que ya va por su séptima pose. ‘Che, hágannos reír para que parezca natural‘, propone Gioja, y como no tiene eco, él mismo recoge el guante: ‘Menos mal que estoy al medio así la urna me tapa la panza‘.
Primero hombro contra hombro, luego de perfil, la sesión de fotos continúa en el estudio del subsuelo. Entonces el fotógrafo les pide que se den un abrazo: el símbolo de la madurez institucional en el juego de la política.
Todos aceptan. Y Moya aporta: ‘Esto ya parece el nuevo frente electoral‘. A lo que Gioja responde: ‘¿Entonces podemos gritar todos Viva Perón?‘. Estalla el flash y ahí está el momento cumbre, los candidatos abrazados con adrenalina y afecto verdadero (‘Colombo, siento que te estoy amando‘, le bromea al oído Navas ante la efusividad del apretón), y todos sienten la química del momento. Entonces, para desarmar esa solemnidad de un flechazo, y con un ‘bueno, graciasssss‘ a toda voz, Colombo toma la urna de la mesa y sale corriendo.
A esta altura, más que una reunión de los candidatos más importantes de la provincia, el asunto tiene tono de asado dominguero. ‘Tantas fotos que estás haciendo, ¿tiene rollo todavía la máquina?‘, le lanza Gioja al fotógrafo, que ya los está acomodando otra vez, pero ahora para posar de a uno junto a la urna. No se ponen de acuerdo sobre quién irá primero. ‘Que vaya el más artista‘, grita Colombo, y alguien toma de los hombros a Moya y lo ubica en el centro de la escena. Luego siguen los demás. A Basualdo lo cargan desde atrás porque toma la urna con ambas manos, como aferrándola. Y cuando salen de atrás de la mesa, ya nadie tiene ganas de irse: sobre el escritorio, unos metros más allá, alguien está acomodando las copas y las bandejas con sánguches y bocaditos.
Lo único que le faltaba a esta intimidad desatada en el subsuelo del diario, con cinco políticos de primera línea haciéndose chistes como en un viaje de egresados, era el fútbol. Era. Navas descubre la pelota entre el montón de objetos de la utilería del estudio y la saca. Empieza a hacer unas payanitas, revelando un talento oculto, y a los demás se les hace agua la boca. Navas sabe que ellos también quieren, y le pasa la pelota a Colombo. El ex rugbier se luce: la levanta, la acaricia con el pie, la payanea, la tira más arriba y sigue con la cabeza. ‘Ah bueno, eso es estado físico‘, lo elogia Gioja, y la recibe para seguir él mismo con los jueguitos. La pelota va y viene, payanea Moya, puntea Basualdo, y vaya a saber si es porque tanto deporte abrió el apetito o porque las bandejas son una verdadera tentación, que los cinco pasan ahí nomás del picadito a la picadita.
Los primeros brindis son con gaseosa. Es un momento de camaradería, en el que todos se desean suerte para la elección de hoy. Colombo toma una bandeja y hace de mozo. Todos comen, menos Basualdo, que dice que no está a dieta, que gracias igual, pero que prefiere dejar pasar los sanguchitos. ‘Dale, que está todo pago‘, lo anima Navas. Y entre dos bocados, Gioja hace su invitación: ‘Estamos organizando la polla para el domingo. Si quieren participar, son 10 pesitos‘.
Entonces los mozos del catering entran con la estrella de la reunión: el champán bien frío. Les sirven a los candidatos, y otra vez Basualdo pasa: confiesa que jamás tomó alcohol, que incluso en las fiestas familiares recibe la copa para no rechazar, pero que la tiene un rato en la mano y luego la deja sobre la mesa, intacta. ‘Mi padre sabía mucho de vinos, pero yo no tomaba ni en el almuerzo‘, dice, confidente, Basualdo. ‘Está bien, eso es ser disciplinado‘, le responde Moya. Y Navas también le da su veredicto: ‘Dale, si no vas a vivir más años por no tomar una copa de vino‘.
Unos brindis más, y los dos que vinieron con saco ya lo tienen puesto otra vez. Es un día de mucho trabajo, de ajustes en los bunker y repaso de cada detalle. Los cinco candidatos a Gobernador hicieron un esfuerzo grande para participar de la foto conjunta aún con las premuras de su agenda. Las copas ya están vacías, las bandejas por la mitad, y cada uno debe volver a su previa de una jornada clave en la historia democrática del país.
Comienzan a despedirse, no con el formal apretón de manos inicial sino con besos y abrazos. Y, con el subsuelo ya en silencio, sólo quedan los saludos de los contendientes en el pasillo, donde se desean una buena jornada cívica.
