El penúltimo discurso de inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso de Cristina Fernández de Kirchner estuvo caracterizado por poco habituales gestos de distensión y cordialidad hacia los miembros de la oposición.
Al ponderar el servicio de Aerolíneas Argentinas tras su estatización, Cristina apuntó al senador radical Gerardo Morales porque éste hizo un gesto de negación con la cabeza: ‘Más allá de que Morales me hace con la cabecita así, yo le digo que sí se puede, que no tiene que ser escéptico en que la política puede ser mejor que los empresarios‘, fueron las palabras de la Presidenta, que según advirtieron, hizo sonrojar al legislador.
Al valorar las negociaciones lideradas por el ministro de Economía para alcanzar un acuerdo con la petrolera Repsol por la expropiación de sus acciones en YPF, la presidenta calificó a Axel Kicillof como ‘chiquitito, pero rendidor‘.
En el recinto reinó siempre un clima cordial y se pudo ver al radical Eugenio ‘Nito‘ Artaza compartiendo un divertido diálogo con el presidente del bloque de senadores del kirchnerismo Miguel Pichetto, su compañero de bloque Aníbal Fernández y el jefe de la SIDE Héctor ‘Chango‘ Icazuriaga.
Aníbal Fernández le presentó al jefe de la secretaría de Inteligencia a Artaza y en broma le dijo: ‘Nito si querés le armamos una carpeta al que te cortó el pelo‘, lo que provocó la risotada de varios. Unos minutos después comenzaron a ingresar los funcionarios del gabinete y quien casi sufre un susto grande fue la ministra de Industria, Débora Giorgi, que al pasar por detrás del escritorio desde donde dio el discurso la presidenta, no vio un escalón y casi se cayó, pero fue atajada por circunstanciales testigos. Entre los macristas, llamó la atención Patricia Bullrich, quien en un momento del discurso sacó un binocular para ver bien de cerca de la presidenta, que terminó bailando en la puerta del Congreso al son del tema ‘No me arrepiento de este amor‘, en la versión del grupo punk Ataque 77. Tras ese festejo, Cristina volvió a hablar ante un micrófono a sus militantes en las afueras del recinto. En esa zona próxima al Congreso, la venta de remeras y llaveros se había instalado desde temprano para una jornada que despertó simpatías K y miradas incisivas opositoras.
