Fue lo que todos querían ver. Partidazo. Intenso, cambiante. Emotivo de punta a punta hasta llegar a la definición por penales. Antes, Colón Junior y Atenas Pocito entregaron una semifinal apasionante porque la jugaron como se debía jugar, asumiendo riesgos, cometiendo errores pero sin guardarse nada. Pudo ser de los pocitanos que sacaron ventaja doble en la primera parte donde fueron decididamente más, pero el Merengue fue otro en el complemento y lo revirtió para ponerse 3-2 arriba pero en tiempo de descuento, Atenas le metió dramatismo con el 3-3 final de esos 90’ que demostraron que el fútbol de San Juan puede dar siempre algo más. Que nada está perdido y que solamente se trata de insistir y no rendirse. En los penales, Luis Mingolla terminó siendo el héroe de la gélida tarde de Pocito al contener el último remate de Jesús Olivera pero antes, había tapado el de Willy Bronvale y había visto cómo Alejandro González le erraba al arco. Fue su momento de gloria y el Luchi, como todo Colón, quedó al borde de un ataque.
En el arranque de la segunda semifinal, fue Atenas el que asumió el desafío de ir al frente. Se adelantó, presionó y se adueñó de la pelota aunque sin encontrar esa profundidad necesaria como para complicarlo a Mingolla. Parecía que no iba a abrir el marcador pero a los 27’ llegó un córner desde la derecha, la peinó Paul Bronvale en el primer palo y Ramoncito Gómez apareció solito para fusilar el arco merengue. Se moría el primer tiempo y Matías Campos maniobró en el área de Colón forzando el foul. Penal y ejecución perfecta del Willy Bronvale para poner 2-0 a Atenas que parecía definir muchas cosas.
Pero claro, en el complemento, el acierto de Ontivero fue arriesgar. Defendió con línea de tres, atacó con más gente y al minuto empezó a encontrar respuesta cuando Marín cabeceó para descontar. Siguió mejor Colón y atacándolo a Atenas desnudó sus problemas para cerrarse hasta que a los 23’ Leandro Mallea definió cruzado para poner el 2-2 parcial. Desconcierto total para Atenas que aturdido se volvió a equivocar y a los 27, José Campos, que tocaba su primera pelota, puso el 3-2 del delirio en Colón. Pero claro, el corazón Mirasol no había dejado de latir y en el descuento, Juan Castro puso el 3-3 que llevó la definición a los penales para que Luis Mingolla brillara como nunca.
