En una relación política signada por la indiferencia, los vínculos comerciales entre la Argentina y los Estados Unidos se debilitan junto con la inversión norteamericana en el país, que disminuye rápidamente.
En base a datos del Indec, la consultora Abeceb indica que en 2008, sólo el 7,4% de las exportaciones argentinas fueron al país del norte. Es el nivel más bajo en los últimos 20 años, un retroceso que se registra desde 2006, cuando los envíos a EEUU cayeron un 10,5 por ciento. La disminución de importaciones fue aún mayor: durante la década del 90, un 19,4% de los productos importados provenían de Estados Unidos y, en lo que va del decenio, la caída promedia 14,1%, en tanto fue de apenas un 12% en 2008.
Aunque EEUU desplazó a España como principal inversor externo directo, los datos tampoco son alentadores. Mientras que a mediados de la década del 90 EEUU representaba un 30% de las inversiones locales, esas radicaciones se redujeron a un 8% en la actualidad.
Ante este contexto, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no pudo eludir las quejas empresariales en Nueva York, cuando viajó para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas. En su cita con inversores estadounidenses, la falta de seguridad jurídica fue el tema preocupante del planteo los hombres de negocios.
Este Gobierno debería tener una visión más pragmática en materia económica. Solo necesita reglas claras y una visón estratégica global que articule el interés nacional con la cultura de asociación, para atraer inversores y no ahuyentarlos, como ocurre con EEUU.
