Benedicto XVI heredó de Juan Pablo II una relación conflictiva con Argentina por una alegoría bíblica del obispo castrense, Antonio Baseotto, que el Gobierno interpretó como una apología de los vuelos de la muerte en la dictadura, por lo que echó al prelado en forma unilateral.
Pese a que durante los casi ocho años de pontificado las relaciones Buenos Aires-Santa Sede se encarrilaron por la vía diplomática, no estuvieron exentas de sobresaltos. El fallecido Néstor Kirchner, junto a la primera dama Cristina Fernández de Kirchner, estuvo en 2005 en la toma de posesión de Joseph Ratzinger y estrechó su mano al término de la ceremonia, en lo que constituyó el único contacto protocolar con el Papa.
Ese año comenzó a hablarse de un acercamiento entre el Gobierno y el Vaticano. Aunque en 2007 se produjo un chisporroteo cuando Benedicto XVI elogió ’la recta interpretación de la doctrina’ del cuestionado obispo Baseotto. Finalmente, el Papa aceptó la renuncia por edad de Baseotto como obispo castrense, pese a que para el Gobierno la sede militar estaba vacante desde marzo de 2005.
No menos sobresaltos causaron en 2008 el no otorgamiento del plácet al ex ministro Alberto Iribarne por su condición de católico divorciado en nueva unión, y la creación de la diócesis de Tierra del Fuego, excluyendo a las Islas Malvinas de esa jurisdicción eclesiástica. Sin embargo, la Santa Sede desestimó la solicitud de los obispos argentinos.
Pero uno de los roces más recordados se produjo en agosto de 2009, cuando Benedicto XVI pidió a los argentinos a un ’esfuerzo solidario’ que permita reducir ’el escándalo’ de la pobreza y la inequidad social.
El mejor momento de la relación se produjo el 28 de noviembre de 2009, cuando el Papa recibió en una audiencia conjunta a Fernández de Kirchner y a su par chilena Michelle Bachelet, por los 25 años del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile. En ese marco, el Pontífice calificó el acuerdo como un ’ejemplo luminoso’ frente a la ’barbarie y la sinrazón de la violencia’, y una ’solución digna, razonable y ecuánime’ para evitar la guerra entre ambas naciones.
El último ’mino’ en la relación bilateral se produjo en diciembre de 2012, cuando la Presidenta recibió en la Casa Rosada al cardenal Leonardo Sandri, ahora citado entre los ’papables’, quien le transmitió el saludo del Papa para los argentinos. Ahora que Benedicto XVI renunciará, la voz oficial y prudente fue del embajador Juan Pablo Cafiero. En tanto, la Presidenta ironizó sobre una postulación para suceder a Benedicto XVI. ’Decí que no hay papisa, si no, te disputo algún lugar’, dijo.
