Llegó la hora de la verdad, en la cual los directores de sistemas deberán sincerarse con sus directores financieros en las empresas. Tarde o temprano, deberán admitir que todo el hardware que les habían permitido adquirir en la última década se encontraba solamente estancado en el centro de datos y corriendo a 50 por ciento de su capacidad en cualquier día normal (exceptuando el mainframe, por supuesto).

Quizá en este caso suene convincente el discurso de que si tan solo les permitieran invertir en capacidad de anticipación de la demanda en el futuro, y evitar las compras adicionales ligadas a la adquisición de los sistemas más importantes, se podrían alcanzar tasas mucho más altas de rendimiento en el hardware de TI (tecnologías de la información). Y será necesario en varias compañías que invirtieron en mucho hardware pesado un acuerdo para iniciar la presentación de informes sobre la utilización de la capacidad a cambio de la nueva política de compra de capacidad de anticipación de la demanda.

Es increíble el tiempo que se perdió por parte de los administradores de sistema, y en el que se preocuparon por los problemas de seguridad en las nubes públicas de aquel entonces. Ahora, que se han impulsado las migraciones de los datos de empresas a los proveedores de nube públicos para desempeñar tipos específicos de cargas de trabajos, un vistazo a todo ese sobre-trabajo del anterior modelo es escalofriante.

Hace diez años, podría haber tomado de tres a seis semanas de reuniones, correos electrónicos, evaluaciones del hardware, y negociaciones de precios sólo para obtener un conjunto de servidores provisionados a un grupo de desarrolladores. Para el año 2010, utilizando configuraciones estándar y scripts automatizados en un entorno virtual, los jefes de sistemas pudieron obtener esos mismos servidores en una nube pública o privada en tres o cuatro horas. Hoy en día, se puede hacer en cuestión de minutos. Al tener secuencias de scripts automatizados listos para proveer los diferentes tipos de servidores, incluyendo aplicaciones y redes en la nube, y con eso no solamente conseguir enormes ahorros en los esfuerzos del personal técnico sino también mantener el negocio flexible.

En estos días, se puede administrar una plataforma de Cloud Computing híbrida que comprenda tanto la infraestructura interna, en las instalaciones y una colección de proveedores externos que se utiliza cuando se necesita en una base de autoservicio, para realizar tareas específicas.

Quienes fueron lo suficientemente inteligentes como para mudarse a la tecnología cloud computing en el 2010, pudieron gozar de la flexibilidad y de los recursos necesarios para aprovechar la explosión de las aplicaciones móviles que se han reproducido en los últimos cinco años. Quienes no, aún están gastando el 60 por ciento del presupuesto de TI para mantener las luces encendidas para sus sistemas de negocios.

Antes del 2010, se consideraba un buen año para una desarrolladora si era capaz de entregar dos a tres aplicaciones principales de nuevas empresas y la rotación de los comunicados trimestrales y mensuales necesarios para apoyar el centro de datos de los sistemas de legado que tenía que mantener. Hoy en día, Apple y los desarrolladores de Android, han producido unas 10.000 aplicaciones móviles nuevas por trimestre gracias al trabajo en la nube.

Los equipos de desarrollo han comenzado a programar cada vez más servicios de negocio que podían ser entregados en las plataformas con mucha más frecuencia. En efecto, estos equipos de desarrollo de aplicaciones evolucionaron hasta convertirse en pequeños equipos de ventas internas basados en un modelo de autoservicio, incluyendo servicios para mejorar la productividad de sus usuarios finales y responder a las amenazas competitivas para su negocio.

En los últimos cinco años, han surgido nuevos proveedores de SaaS (Software como un Servicio, plataformas montadas en la nube que se comercializan alquilando cuentas de usuario a las empresas). La mayoría de las aplicaciones que utilizan las empresas migrantes a la nube hoy en día son en realidad “mash-ups” de los servicios de negocio. La mayoría de los usuarios de estas aplicaciones, no saben si un determinado servicio se está entregando desde el sistema ERP, el de atención al cliente, el de comercio electrónico, etc. Simplemente se suscriben a los servicios que necesitan para desempeñar su trabajo. Solo toman lo que quieren y necesitan, y luego lo comparten de manera más amplia a través de diferentes equipos funcionales y grupos geográficos de una forma como nunca lo habían conseguido.

Uno de los grandes beneficios de la tecnología cloud computing es que se libera una gran cantidad de tiempo en la administración del hardware. Se ha redireccionado ese tiempo a la administración de datos y la información que se alimentan de las aplicaciones de negocio, y esto ha tenido un gran impacto positivo en las operaciones del día a día de las empresas.

En definitiva, se vive en un mundo informático que es radicalmente diferente del mundo que existía en el año 2010. Ahora, los 60 centavos de cada peso del presupuesto de TI que se gastaban en el mantenimiento de aplicaciones, operaciones de centros de datos, gastos de instalación, etc., se invierten en la entrega de nuevos servicios de aplicaciones y nuevas formas de datos puros dirigidos a los usuarios finales.

El personal de TI de esas empresas puede encontrar mayor grado de satisfacción por su trabajo, porque se dan cuenta de que están generando un valor real para los socios de negocios y dejan de preocuparse frenéticamente en la infructífera tarea de mantener un montón de hardware y software subutilizado.

Eso pone a la industria de TI mucho más cerca de alcanzar el estado mítico de “Alineación de las TI y del negocio” que aún aparece en los temas principales de investigación de Gartner para el 2015.