Los llaman "héroes de Fukushima" o "samurai nucleares": son los técnicos de la dañada central atómica japonesa que trabajan para frenar la catástrofe nuclear, que reciben escasas raciones de comida al día y que duermen envueltos en plomo para protegerse de la radiación.
Las autoridades de la seguridad nuclear japonesa (NISA) dieron a conocer ayer algunos detalles de las condiciones en que trabajan estos hombres en la central de Fukushima, dañada por el sismo y posterior tsunami del 11 de marzo pasado. Según Kazuma Yokota, uno de los jefes de la NISA, en la planta de Fukushima I trabajan actualmente unas 400 personas.
Entre ellas hay varios expertos contratados de otras compañías, adicionales a los técnicos de la empresa operadora de la planta, Tepco.
La agencia de noticias Kyodo, con datos proporcionados por Yokota, reprodujo un día en la vida de estos expertos, que comienza a las seis de la mañana, tras dormir envueltos en plomo para protegerse de la radiación. Antes de ir a trabajar, reciben cada uno para desayunar 30 "galletas de supervivencia" y 180 mililitros de jugo de fruta, equivalente más o menos a un vaso. Los expertos no reciben un almuerzo. Comen alimentos empaquetados, metiéndoselos rápidamente en la boca en cuanto los abren para evitar el contacto con la radiación.
Hasta el 22 de marzo se les daba también una botella de 1,5 litros de agua mineral al día. A partir del 23 llegaron más bienes a la central nuclear y pueden pedir desde entonces una botella adicional. Estos especialistas "héroes de Fukushima" regresan a sus hospedajes alrededor de las cinco de la tarde, cuando empieza a oscurecer. La cena consiste también en raciones magras de arroz precocido, listo para ser mezclado con agua caliente, y una lata con carne de pollo o pescado para cada uno.
A las 20 celebran una reunión en la que se informan mutuamente sobre su día de trabajo y hacia el final del encuentro establecieron una especie de ritual: los trabajadores aplauden y corean "Gambaro!!!" (sigamos adelante).
Los técnicos duermen en las salas de conferencia y en los pasillos de la central atómica. Antes de cubrirse con sus mantas habituales, se envuelven en paños de plomo para protegerse de la radiactividad. La mayoría de ellos trabaja una semana, hasta que llegan los sustitutos.
En el lugar, los técnicos no pueden utilizar teléfonos móviles para hablar con sus familiares, ya que no tienen señal.
