Nuestro país ha mejorado la nota este año en el ránking mundial de competitividad que mide el desempeño de una nación con varios parámetros, desde la macroeconomía hasta el comportamiento político e institucional. Ha subido dos lugares, respecto a 2010, ubicándose en el puesto 85 sobre las 142 naciones evaluadas, pero sigue por debajo de Chile (31), Brasil (53), Uruguay (63) y México (58), que exhiben mejores resultados.

El informe del Foro Económico Mundial, que se reúne todos los años en Davos, para analizar los parámetros de desarrollo que dan lugar a la tabla de la competitividad mundial, en base a estadísticas de crecimiento, también califica la certidumbre que permite confiar en las instituciones y los gobiernos de cada país. Suiza, una vez más, encabeza las posiciones como el país más competitivo del mundo, le siguen Suecia y Finlandia y en el cuarto lugar están los Estados Unidos, en una caída relacionada con los problemas financieros y su repercusión social. Y en América latina se señala el avance de México, Perú y Bolivia.

En las consideraciones técnicas, los especialistas del organismo observan que en el índice global de competitividad, la Argentina sigue sin concretar su extraordinario potencial competitivo -está en el mismo lugar de 2007-, sobre una base de información de datos económicos y encuestas de percepción entre empresarios locales y de firmas extranjeras. Es que en el análisis de la evolución argentina sorprenden las diversidades que plantean una contradicción.

Por una parte, en la división de países ubicados por grado de desarrollo, la Argentina, al igual que Brasil su socio económico más importante, dejó el grupo intermedio de las "economías basadas en la eficiencia", para unirse a otros 17 países cuyas economías están en transición hacia la fase más desarrollada, calificadas como "economías basadas en la innovación", en el encasillamiento del Foro. Comparte este grupo, por tener un PBI per cápita de entre 9000 y 17.000 dólares, con Chile, Uruguay, Turquía, Rusia y México, entre otros, y se destaca el buen desempeño en áreas como la salud y la educación. Pero toda esta excelente performance se ve empañada por las debilidades en las áreas de las instituciones y gobierno: cae al puesto 134 en desempeño institucional y 138¦ en cuanto a confianza pública en los políticos y en la eficiencia del Gobierno. La burocracia, el favoritismo y la corrupción pesa a la hora de una calificación global, por eso los actos de gobierno, como las reglas de juego estables y la seguridad jurídica son decisivas para considerar a un país competitivo.