Diez años después del crack económico y social, Argentina afronta las elecciones presidenciales de hoy con el mayor crecimiento de América latina, pero bajo la amenaza de una alta inflación en un contexto de alerta regional por la crisis de las grandes potencias.
El contraste entre la Argentina de 2001, cuando el índice de pobreza se disparó al 55% de la población, y la actual bonanza, es el sello que muestra Cristina Fernández.
Hoy, las autoridades cifran el índice de pobreza en el 13% de la población urbana, frente al 22-24% de consultoras privadas, cuyos cálculos de inflación casi triplican los del Gobierno.
Los empresarios que reconocen los beneficios de la política económica gubernamental basada en el aliento al consumo, la obra pública y cierto proteccionismo, viven pendientes del alza de los precios, que sitúan como la principal amenaza junto con los coletazos de la crisis de EEUU, Grecia y otros países europeos.
Las consultoras privadas calculan una inflación del orden del 20 al 25% para el año próximo frente al 9,1% que prevé el Gobierno.
La inflación frena las inversiones necesarias para que la producción pueda compensar el aumento de la demanda de bienes y alienta la fuga de capitales, según economistas independientes.
La inversión productiva “tiende a crecer menos en la medida en que crece la inflación o se mantiene en altos niveles”, dijo el economista Fausto Spotorno, de la consultora Ferreres y Asociados.
Por su parte, la consultora Ecolatina alertó que Argentina registrará este año una fuga de capitales superior a los 22.000 millones de dólares, lo que puede causar una “abrupta desaceleración‘ del fuerte crecimiento económico registrado en los últimos años, añadió.
También hay cierta incertidumbre sobre la evolución de las reservas monetarias del Banco Central y por el plan con el que se atenderán vencimientos de la deuda pública por un total de 13.230 millones de dólares el año próximo.
Para pagar parte de esas deudas, el presupuesto oficial de 2012, a debate en el Parlamento, fija el uso de reservas monetarias “de libre disponibilidad” (el excedente de lo necesario para cubrir el dinero en circulación) por 5.674 millones de dólares cuando las divisas en esa condición oscilan en unos 2.700 millones de dólares.
Pero la pauta presupuestaria oficial subraya que el 60% de los compromisos del año próximo es con la Administración Nacional de la Seguridad Social y otros organismos públicos capaces de refinanciar deudas sin inconvenientes.
Además de los ajustes domésticos, en general se coincide en que el futuro de Argentina depende mucho de la evolución de Brasil y del éxito de la estrategia que ambos países impulsan en la Unasur para proteger a la zona de problemas financieros y comerciales provocados por la crisis externa.
Un menor crecimiento brasileño tendrá impacto en Argentina, empezando por la industria del automóvil, que empieza a notar una bajada de la demanda en ese país, donde coloca más del 60% de su producción, comentó Spotorno.
Desde 2003 la economía argentina ha crecido del orden del 8% anual salvo en 2009, cuando se registró un crecimiento casi nulo por el impacto de la crisis financiera del año anterior en EEUU.
