"Dale nadá", "suerte, vos podés", o "y, ¿cómo te fue?", eran las expresiones de los aspirantes a guardavidas que realizaron el examen final para la próxima temporada de verano. La prueba fue ayer, en el Dique de Ullum. Y la preocupación por saber las calificaciones de cada prueba y la concentración de los equipos para buscar estrategias y desarrollar las actividades fueron lo más visible durante la jornada.
El grupo estuvo integrado por 76 bañeros, que ya son guardavidas pero que todos los años tienen que revalidar su título, y 27 que realizaron la prueba por primera vez. Raúl Quiroga, jefe del Departamento de Naútica, comentó que antes del examen el grupo de novatos realizó un entrenamiento de 7 meses. Y que el número de bañeros que habrá esta temporada (127 en caso de que todos aprueben, incluidos los que rinden hoy) es suficiente para cubrir la demanda de las piletas y playas de la provincia.
Los exámenes, que se basaron en una prueba de resistencia de nado de 500 m y en la ejecución de un circuito de rescate simulado, comenzaron temprano. En la primera parte la preocupación de los aspirantes era llegar en el menor tiempo posible. El pelotón salió en conjunto pero al avanzar, los más rápidos se separaron y tomaron la delantera. Después debían juntar aire y fuerza para gritar desde la orilla del lago el número que los identificaba, que había sido dispuesto por orden de llegada al dique. Al decirlo, la persona que controlaba con un cronómetro anotaba el tiempo que había demorado.
Avisar sobre su llegada rápidamente era importante, porque es uno de los datos que se tiene en cuenta para sacar el puntaje final de los exámenes. De eso depende la categoría en la que va a desempeñar su actividad cada guardavidas. Son tres: la categoría A, para aguas abiertas; la B, integrada por bañeros que podrán trabajar en aguas abiertas y piletas; y la C, sólo en piletas. Los primeros que llegaban alentaban a los que habían quedado atrás para darles fuerza. Y al salir se preguntaban entre ellos "¿cómo te fue?".
Después, llegó el momento de idear tácticas para salir lo mejor posible en la prueba de rescate, que se basa en salvar a un compañero que simula estar ahogándose, llevarlo hacía la orilla y realizar las prácticas de resucitación en un muñeco.
El profesor les informó que, para eso, debían armar grupos de a dos: "Vamos a armar los grupos según los números de cada uno, el 1 con el 2, el 3 con el 4, y así sucesivamente", dijo. Inmediatamente, cada uno buscó a su compañero y comenzaron a armar estrategias, "lo agarramos desde atrás", o "yo le tengo los brazos", se decían uno a otro. Además, comenzaron los chistes, es que ellos mismos son los que simulan estar ahogándose para ser rescatados. "Yo estoy cansado de hacer esto todos los años. Más vale que no te hagás el vivo y me la hagás difícil", decía uno de los bañeros más experimentados a otro que haría el personaje de ahogado.
Las pruebas terminaron con éxito y todos esperaban conocer los resultados para saber dónde trabajarán este verano.
