El enorme despliegue y panorama de Sebastián Garrocq, la distribución de Fabián Armoa, la pegada de Junior, el recorrido y definición de Matías Salvo, los reflejos del profe Leandro Lardone en el arco, la presencia defensiva y el peligrosidad cuando subió del capitán Demián González, más el ‘caño’ de Martín Ramos a Gustavo Molina sacaron a relucir que los campeones de la Liga Argentina de Vóleibol no son sólo los mejores con la mano, sino que con el pie y jugando al fútbol también podrían poner a UPCN en lo más alto de cualquier liga. Todo esto se vio ayer, en la continuidad de festejos de Los Cóndores por el bicampeonato conseguido el domingo, quienes como lo hicieron el año pasado, volvieron a darle a la Nº 5 para luego disfrutar un asado con brindis incluido.
Vestido con dos de la versiones de las camiseta oficiales de UPCN, de un lado estaban los Azules con: Junior, Pablo Bengolea, Fabián Armoa, Matías Salvo, Martín Ramos, Diego Villalba, Francisco Lloveras y el Beto Varela (encargado de las estadísticas). Mientras que enfrente, de amarillo y blanco estuvieron: Demián González, Diego Bonini, Rodrigo Peres Lopes, Sebastián Garrocq, Diego Gutiérrez, Bogdan Olteanu, el profe Lardone y Gustavo Molina.
El triunfo fue aplastante. Los Azules ganaron 9-1 (jugaron dos tiempos de 30’) con 4 tantos de Salvo, 3 de Bengolea (quien tras el partido viajó a Buenos Aires para sumarse hoy a la selección nacional de mayores para disputar el Preolímpico Sudamericano hacia Londres 2012 que se jugará el mes que viene), y los restantes fueron obra de Ramos y Lloveras. El descuento fue de Caruli, integrante de la utilería.
El partido arrancó con humor pidiendo un minuto de silencio por Boca, el rival de la final. Luego, entre risas, piques cortos, centros al área, cargadas, las indicaciones de Lardone para ordenar al equipo, el grito de Garrocq para Molina: “cambiate los tapones” por lo poco del chimbero, el escaso despliegue de Olteanu que demostró que si hubiese sido futbolista jamás lo hubiesen elegido MVP, le pusieron felicidad a un plantel que no quiere despertar de esta realidad y que terminó la jornada con un asado, brindis y el abrazo de campeón.
