Con los primeros calores de primavera, ya comienzan a despuntar algunos brotes en las viñas del Oeste vitivinícola, y con ellos, afloran los problemas intestinos de una vitivinicultura que aún no los ha podido erradicar. El precio de los vinos blancos básicos -principalmente los escurridos de escasa demanda-, no logran pasar la barrera del $1, situación que impulsó a viñateros y algunos bodegueros trasladistas, a presionar la semana pasada al gobierno de Gioja en sendas reuniones. Los afligidos calculan que ’hay excedentes vínicos en tintos y blancos -no sólo de escurridos-, el equivalente a 8 y 9 meses del despacho nacional’.

Calculan entre 150 y 200 millones de litros, que estarían presionando los precios a la baja, según explican. En cambio, hay un sector de la industria que estima que no es tan grave el stock existente. Advierten que ante la alternativa de una o dos cosechas magras, la vitivinicultura se queda sin vino para abastecer las demandas nacionales e internacionales, ganadas con esfuerzo durante varios años.

Lo insólito de esta situación, es el camino que utilizaron los funcionarios del gobierno de San Juan y Mendoza para instalar y debatir la problemática. Cuando creíamos que la industria había alcanzado integración regional y madurez, volvieron a germinar viejos recelos ’de pueblo chico’, en ambos flancos. Fuego cruzado y acusaciones con una verborragia inusitada entre las autoridades de gobierno. Los sanjuaninos culpan a los mendocinos de haber sido los generadores de los excedentes vínicos que hoy provocan la anemia en los precios por no haber respetado los acuerdos del mosto (San Juan elaboró el 52% y Mendoza el 26%). Los mendocinos se disculpan explicando que ellos apostaron a la diversificación por el lado del valor agregado del vino de alta calidad, óptimo para los mercados externos e interno. El ministro de la producción de Mendoza, Raúl Mercau, abundó en cifras el jueves señalando todo lo invertido en reconversión vitícola (Mendoza tiene ya casi el 70 % de sus uvas de alta condición enológica, tintas y blancas) y en tecnificación de sus bodegas elaboradoras. ’San Juan apostó al mosto con las uvas rústicas que aún tienen en un 50%. Mendoza se jugó por las uvas finas, las bodegas modernas y también por el mosto’, se atajó Mercau.

Lo cierto es que el problema existe y está instalado. A la vuelta de la esquina está la próxima cosecha que según los especialistas podríamos estar frente a una vendimia de características ’normales’ como la anterior, lo que podría agravar el problema de los excedentes. Como en el fútbol, sería bueno para la vitivinicultura desde Río Negro a Salta, que sanjuaninos y mendocinos ’paren la pelota’ y repasen los consensos logrados desde la década del 90’. La actividad demanda estrategias urgentes que permitan solucionar un problema endémico de la industria. Por eso, esta semana será clave, cuando en Mendoza los ministros Benítez y Mercau se reúnan y diseñen juntos las alternativas necesarias para lograr ’secar’ del mercado los caldos que no tienen demanda. Las posibles estrategias y los operativos que se están evaluando van, desde los planteos de una política de retención de stock apuntalada por fondos de las provincias, pasando por las exportaciones de vinos a granel -tintos y blancos- apuntalados también por subsidios en el precio por litro, para que estos volúmenes logren ser competitivos en los mercados internacionales.’