Hubo un signo inequívoco de que el abuso había existido y había dejado sus profundas secuelas. Ocurrió en una entrevista de la víctima, una nena, con una psicóloga: cuando refería las aberrantes situaciones sufridas a manos de quien debía cuidarla, llegó al punto más doloroso de su experiencia y se orinó. Esa prueba, más la personalidad fría, manipuladora y la peligrosidad latente de su padre (así lo describió un psicólogo), no le dejaron dudas al fiscal de Cámara José Eduardo Mallea, de que el obrero V.G.A. (46 años) había sido autor de abusos sexuales graves que por poco no llegaron a la violación, desde que la niña tenía 9 y hasta los 11 años. Todo se supo alrededor de la 1 del 29 de junio del año pasado, cuando la madre de la nena sorprendió a su pareja en la cama de la criatura en su casa de Rivadavia.
Por eso ayer Mallea pidió 7 años y 6 meses de cárcel para el acusado al cabo de un extenso alegato por el delito de abuso sexual simple con dos agravantes: el vínculo y el hecho de que fueron hechos gravemente ultrajantes. Sin embargo esa no fue la lectura de las pruebas que realizó el defensor Roberto Chávez, quien luego de un breve alegato pidió la absolución de su cliente, dijeron ayer fuentes judiciales.
Al final, los jueces consideraron acreditado que el abuso sexual existió, que fue simple y que sólo cabía aplicarle el agravante del vínculo. También ordenaron que una institución del Estado realice un seguimiento psicológico a la nena y a su familia. Y rechazaron la petición del fiscal de enviar copias del expediente a la fiscalía en turno, para investigar a dos hermanos (amigos del condenado) a los que -según Mallea- la nena señaló a una psicóloga como autores de manoseos, dijeron las fuentes.
