El pequeño poblado de Villers-au-Tertre, al Norte de Francia, aún no sale de la conmoción tras la confección de una discreta madre de familia de 47 años de ser responsable de la muerte por asfixia de sus ocho hijos recién nacidos, que supuestamente asesinó y escondió a lo largo de más de una década en el jardín y en el garaje de su casa.
De probarse los hechos, se trataría del mayor infanticidio de la historia de Francia, un crimen que le fue imputado ayer por la Fiscalía de Douai a Dominique Cottrez, una enfermera que podría enfrentarse a una pena de cadena perpetua, si los análisis médicos y psiquiátricos determinan que era consciente y responsable de sus actos.
Durante los interrogatorios, la mujer reconoció haber ahogado a sus bebés después de su nacimiento pero aseguró que su marido desconocía los crímenes e incluso sus embarazos.
El marido, Pierre-Marie Cottrez, sobre el que se cernía originalmente la sospecha de estar al corriente del macabro suceso, fue puesto en libertad sin cargos, en calidad de testigo asistido, una figura jurídica entre el simple testigo y el imputado.
La pareja tiene dos hijas veinteañeras que a su vez les han dado nietos, según el testimonio de vecinos.
Los investigadores consideran que no se dio cuenta de que entre 1989 y 2006 su mujer quedó embarazada ocho veces, asesinó a los bebés recién nacidos y enterró o escondió a los cadáveres envueltos en bolsas de plástico.
La acusada dijo a los investigadores que era "perfectamente" consciente de sus embarazos y que tuvo problemas en su primer parto "debido a su corpulencia", pero se negaba a ver a un médico para que le recetara un anticonceptivo, relató el fiscal Eric Vaillain.
El tenebroso hallazgo que ha perturbado a todo el país se produjo el pasado sábado, cuando la Gendarmería recibió una llamada de unos vecinos de la diminuta localidad de cerca de 620 habitantes situada entre París y Lille.
Cuando cavaban en su jardín para plantar un árbol, los nuevos propietarios de la vivienda encontraron una bolsa de plástico con lo que parecían restos humanos, por lo que avisaron a las fuerzas del orden.
Acompañados por el fiscal de Douai y ayudados por perros-policía, los agentes constataron que lo que había en la bolsa eran los restos mortales de dos recién nacidos e iniciaron una investigación para esclarecer los hechos.
Las pesquisas se dirigieron inmediatamente hacia los antiguos propietarios de la casa y pronto se llegó hasta la hija del matrimonio que un día habitó en ese chalet, Dominique Cottrez.
Ésta confesó los crímenes y reveló a la policía que los cadáveres que habían encontrado no eran los únicos de los que se declaraba responsable. En el garaje de su domicilio, en otras cuatro bolsas de plástico, los agentes encontraron los cuerpos de otros seis bebés asesinados.
En Villers-au-Tertre difícilmente se podrá olvidar un suceso que ha provocado que en las calles del pueblo aparezcan velas en memoria de los niños asesinados mientras los vecinos intentan salir del estado de incredulidad y reponerse del escabroso suceso.
