Lolo dejó de dormir a los pies de Patricia Garrido, abandonó la habitación y un rato después, la mujer encontró al gatito muerto, cerca de la reja de la vereda y sobre un charco de vómito. Lolo era su mascota preferida, su compañía, su regalón en esa casa de Villa Obrera. La mujer no puede hablar de Lolito sin que se quiebre su voz, pues es la ausencia que más extraña. Es que el animal, al igual que una perra y otros cuatro gatos de la familia, murieron envenenados y el caso de ellos se suma al envenenamiento de mascotas de otros vecinos. Desde el domingo pasado hasta ayer, en Villa Obrera denunciaron la muerte de seis gatos y dos perros, la desaparición de otros dos animales más y el rescate de un perro que habían envenenado. El problema en ese vecindario generó alarma en las protectoras de animales, ya que denunciaron que en los últimos nueve meses hubo al menos cinco zonas del Gran San Juan en el que mataron por envenenamiento a 37 mascotas, entre perros y gatos.
Según la Asociación Llastay, la Sociedad Sarmiento y el Voluntariado para Ayudar Animales, hubo matanzas en los barrios Illia (Rivadavia), donde murieron 11 animales; en el Kennedy (Santa Lucía), con 5 casos; el Cesap (Rivadavia), con 8 fallecidos; en la zona de Caseros y Mariano Moreno (Capital), con 5; y ahora en Villa Obrera (Chimbas), con esos 8 casos. Si bien aclararon que tienen registrados más hechos en distintos lugares, estos envenenamientos se produjeron en lapsos de tiempo no mayores a una semana y con al menos cinco mascotas muertas en cada una.
En la Villa Obrera, a Patricia Garrido le envenenaron seis animales: los gatos Lolo, Manchita, Paco, Chimu y Mushi Negra y la perra Belén. A una vecina, Juana Ibazeta, le mataron a su perra Negra y la gata Rosita y desaparecieron otros dos animales que, sospecha, corrieron con la misma suerte. En tanto, los Colarte salvaron de milagro a su perro Roco, tras una inyección que le aplicó una hija de Patricia.
PREOCUPACIÓN
‘En la mayoría de los casos usaron compuestos organofosforados para envenenar. Y el contacto humano con la sustancia o con los animales afectados puede ser muy peligroso. Por eso, recomendamos a los vecinos que denuncien los casos a la Policía’, dijo Daniel Toledo, veterinario y presidente de la Sociedad Sarmiento.
Los organofosforados se usan en el sector agrícola como plaguicidas y existe una ley, la 6.744, que obliga a los locales que los comercializan a llevar un registro de ventas y exigir las prescripciones de asesores técnicos. Pero en general, estos químicos suelen venderse libremente, incluso suelto. ‘Hemos pedido a la Comisión de Medio Ambiente del Concejo Deliberante de Capital que se involucre en el tema y solicitamos una audiencia en el Ministerio de la Producción, porque es la autoridad de aplicación. Al menos, si conseguimos que controlen la venta de organofosforados, cerraremos una puerta para los que envenenan animales’, dijo Nilda Riveros, de Llastay.
‘Ante estas matanzas, es clave la denuncia de los vecinos a la Policía. Mientras más vecinos sean los que se involucran, más obligada estará la Policía a investigar’, indicó Elisa Marti, del Voluntario para Ayudar Animales.
La ley nacional 14.346 de Protección Animal considera en su artículo 3, inciso 7 que ‘matar animales por el sólo espíritu de perversidad’ es crueldad y castiga con prisión de 15 días a un año.
