Consagración 2009 en el Festival Nacional de Cosquín; Mariana Cayón pisa suelo sanjuanino por primera vez, esta noche. Desde los Valles Calchaquíes, esta instrumentista llega acompañada de su quena y cinco músicos con quienes, quizás, sorprenda a la platea presentando una cueca cuyana en el escenario de la Fiesta de la Uva y el Vino (ver aparte). "Tengo ganas de tocar una cuequita de Cuyo allá’, dijo la salteña de 31 años a DIARIO DE CUYO, además de tocar otros temas como su amistad con la sanjuanina Claudia Pirán y el lugar que consiguió la mujer en el folclore.
-¿Con Claudia Pirán coinciden en los escenarios?
– Nos conocemos desde hace unos seis años. Nos encontramos en el camino, compartiendo festivales y peleando por una propuesta personal, ella debe haber pasado por lo mismo que yo, la mujer debe tener coraje para llegar al escenario porque es difícil.
– ¿Es mal vista la mujer que sube a un escenarIo?
– Ahora, la gente está más acostumbrada; pero antes, había que tener coraje, no era muy bien visto.
– ¿Porqué?
– Era muy difícil para los padres y maridos sacar a la mujer de la casa y abrirle la puerta para que vivieran de noche, en un ambiente muy diferente al familiar.
– Abajo del escenario, como madre y esposa ¿cómo haces para llevar adelante una familia?
– Tengo tres hijos: una nena de 11 y dos varones, de 10 y 9. Ahora que son más grandecitos es más difícil que cuando eran chiquitos que los cargaba en el moisés. Ellos conocieron a su madre arriba de los escenarios, nunca tuvieron una mami las 24 horas del día, los 365 días del año, por eso cuento con mi mamá y mi papá.
– ¿Tuviste que luchar contra el "que dirán’?
– Y…me fue difícil. Yo empecé a tocar la quena con 10 años y a los 6 o 7 meses ya estaba actuando. El hecho de ser tan pequeña fue complicado y, sobre todo, se me hizo difícil con 14 o 15 años; todavía era un ambiente muy hostil para la mujer; tuve la ventaja que mi mamá iba al lado mío siempre.
– ¿Cómo ves el camino actual para la mujer?
– Hoy, ya no existen diferencias entre hombres y mujeres
– Después del triunfo del feminismo en el folclore ¿entre las mujeres artistas existen celos?
– Creo que no existen…
– ¿Cuándo ganaste la consagración en Cosquín 2009 tus colegas te aplaudieron o te miraron con envidia?
– Este ambiente es sano, como la música te lleva a manifestar tus sentimientos, hay transparencia, no hay hipocresías.
– ¿Porqué la quena y no otro instrumento?
– Soy una fiel creyente que Dios nos envía regalos en la vida y nos marca el camino, era el instrumento que debía ser.
– ¿Fue un gusto heredado?
– Mi papá se compró una quena, en un viaje a Jujuy, porque quería aprender. Pero, no es como la flauta, sino que tiene la particularidad que uno sopla y no suena de primera, hay que buscar una posición especial para sacarle sonidos. A mi, me llamó la atención que él no pudiera hacerlo y empecé a estudiarla, cuando me di cuenta estaba empezando la Escuela de Música donde me recibí.
– ¿Cuál fue el desafío que te planteaste en la música?
– Después que me sedujo muchísimo el instrumento, me plantee qué quería hacer, así empecé a estudiar una propuesta para demostrar que no era solamente un instrumento de hombres y de acompañamiento; que podía tocarlo una mujer y que lo podía sacar de lo netamente andino sin dejar ese género de lado; para hacer tangos milongas, chacareras… Convertí a la quena en la vedette del escenario
– ¿El reto es mayor si elegís el camino de instrumentista y no el de cantante?
– Siempre. El oído popular tiende más a lo poético, a lo que dicen las canciones; y también porque los instrumentistas tendemos a hacer temas más elaborados y poco populares, pero yo pude incluir lo popular y aunque hice un camino muy lento lo he saboreado con mucho gusto.
– ¿Se puede decir que te encargas de reivindicar a la mujer desde le escenario?
– Me lo propuse como objetivo.
– ¿Tu sueño?
– Dejar una huella, obviamente hay un ciclo que se cumple, pero me gustaría que mi paso quede marcado.
