Tras una odisea de varias horas en camionetas 4×4, veinticuatro voluntarios de la Fundación Banco San Juan dejaron de lado su día de descanso laboral para hacer una actividad que los llenaría de satisfacciones. Llegaron, el sábado 28 de agosto pasado, en nombre de sus compañeros con donaciones para los alumnos de la Escuela Albergue Hernando de Magallanes, la única que existe en el paraje de Sierras de Chávez, a casi 300 kilómetros de la Capital.
Allí asisten 45 alumnos, de entre 4 y 17 años, que recibieron un mimo de "Corazones contentos", uno de los principales proyectos que lleva adelante la entidad bancaria y que consiste en un festejo durante el mes de agosto por el Día del Niño. En realidad, son dos celebraciones paralelas: uno para una entidad educativa alejada y exactamente el mismo para los hijos de los empleados de todas las sucursales, unos días antes. Fuera de eso no hay diferencias: se les hace el mismo regalo, se incluye la misma propuesta de animación y recreación además de por supuesto, la misma merienda. "Nos encantaría que todos los días estos chicos que viven en zonas tan alejadas y con tantas limitaciones, pudiesen tener las mismas oportunidades que nuestros hijos", cuenta Andrea Díaz, la coordinadora de la Fundación para detallar que a cada uno de los niños le llevaron mochilas (con el logo del programa solidario), golosinas, un libro (específico según la edad) y un juguete. Todo esto fue financiado por la Fundación del banco.
Pero esto no fue todo. También cargaron útiles y otros juegos didácticos (que donaron los empleados) para compartir entre todos. Es que la escuela beneficiaria -a la que llegaron gracias al pedido que les hizo una docente de elementos para el desprovisto jardín de infantes del lugar- es albergue por lo tanto los maestros les buscan cómo entretenerse después de las horas de clase y estudio. Hasta ahora eso lo hacía enseñándoles con elementos del lugar. Por ejemplo, estos chicos distinguen a la perfección los yuyos que crecen en las cercanías o son expertos en hacer artesanías con cueros. "Por supuesto que todo esto lo van a seguir haciendo pero ahora van a tener otros entretenimientos", agrega Andrea.
Como parte de la actividad fue una obra de títeres de David Gardiol y compartieron una merienda con tortas (realizadas por las voluntarias), medialunas, y leche chocolatada.
Esta es la segunda vez desde la creación de la fundación que se pone en marcha "Corazones contentos". El año pasado fue con la escuela de La Planta, en Marayes donde vieron tantas necesidades que después de regalarles una biblioteca repleta de libros, volvieron a fin de año con juguetes y otros obsequios pedidos por los niños, entre ellos una burra para un chiquito que la necesitaba para ayudar a su papá a levantar leña.
"Año a año vivimos experiencias muy enriquecedoras. Y siempre que vamos a un lugar nos quedamos con la sensación que llevamos mucho pero volvemos más cargados de afecto y enseñanzas de vida. Eso nos da energía para volver", dice Andrea Díaz.
Desde la Fundación Banco San Juan con sede en Mendoza y prácticamente en forma idéntica, se repitió la misma actividad, salvo que en este caso fue en la Escuela Albergue Maestro Pablo Pizurno de San José, en el departamento Lavalle. Allí asisten 120 niños que pudieron merendar y disfrutar de un regalo, excepcionalmente.
