El éxodo de españoles que deciden emigrar al extranjero no se detiene, y cada vez a más velocidad: un total de 40.625 abandonaron la península ibérica entre enero y junio pasados. Es un 44% más que los 28.162 que se registraron en el mismo período del año pasado, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Sin embargo, no son cifras censales sino estimaciones, pero han sido realizadas con la última información disponible y permiten saber en cada momento la situación demográfica del país. Las tablas del INE dan cuenta de una tendencia que se viene produciendo desde el año último. Hasta 2011, los españoles que se iban a vivir al extranjero lo hacían a un ritmo de 3.500 personas al mes. Y siempre eran más las personas que iban a probar suerte en España que las que emigraban.

Ahora es al revés. Se van a un ritmo de 6.000 españoles mensuales, es decir, casi el doble y salen más que los que entran, algo insólito en los últimos 30 años. Pero, además, por primera vez se dio un fenómeno novedoso: las mujeres que emigran superan a los hombres. Más de 32.300 españolas, frente a 30.311 españoles, dieron en 2011 el paso de emigrar en busca de un futuro que su tierra, por ahora, no les ofrece. En total, en los últimos tres años casi 67.000 españolas han saltado las fronteras empujadas por falta de salida para sus capacidades laborales.

España ha dejado de ser un país predominantemente de inmigración para convertirse en uno de emigración. Frente a los más de 40.000 españoles que se han ido, sólo volvieron 17.000 y se ve en el detalle del mes a mes: en enero se fueron 5.952; en febrero, 6.217; en marzo, 7.362; en abril, 6.651; en mayo, 6.999, y en junio último, 7.444. Es decir, es considerable la velocidad que está tomando esta desbandada humana, que tiene su explicación en el recrudecimiento de la crisis económica en los últimos meses. El INE detalla que en 2011 los países preferidos para vivir y trabajar fueron, por orden de importancia, Reino Unido, EEUU, Alemania, Ecuador, Suiza y Venezuela.

Las escasas, cuando no nulas, expectativas laborales, el cierre de negocios, la falta de financiación y los recortes públicos han agitado tanto el malestar social, efecto de la crisis, que a muchos se les ha cerrado el horizonte de prosperidad en su tierra y ahogado la esperanza.