Con 25 años, Carlos Nicolía tiene una anécdota que marca, además que es imposible separar su vida personal de la hockística, que el tiempo siempre brinda otra oportunidad. Recuerda que jugando para el Bassano la final del scudetto italiano contra Follónica tuvo un libre en el que la bocha por milímetros, luego de dar en el travesaño, no pasó la línea de gol. Por ese gol que no fue, no fue campeón y eso llevó después a que se fuera al Valdagno. Ahí conoció a Celina, con quien son padres de Cristiano, de 4 meses. Por cierto, con Valdagno, salió campeón.

En el último Mundial, Carlos Nicolía fue el autor del gol del empate transitorio argentino contra España, quien se terminaría imponiendo por 3 a 1. Nicolía recuerda que ese gol fue el más importante que marcó en el Mundial, pero también guarda el mano a mano que no aprovechó que hubiera significado el 2-1 para Argentina. Hoy, Nicolía espera salir campeón del mundo.

-¿Que cambió en Carlos Nicolía desde el Mundial pasado?

-Crecí. Crecí en todos los sentidos. En lo deportivo, de Vigo a ahora gané un campeonato en Italia y una copa. El nacimiento de mi hijo directamente hizo que cambie el chip en mi cabeza.

-¿Cómo diste este paso?

-A los dos meses de conocer a mi novia, ella se fue a vivir conmigo a Italia. No planificamos tener un hijo, no somos de pensar de esa forma. Dejamos que las cosas sucedan y con el tiempo vino Cristiano.

-¿Dónde nació?

– Acá y yo estaba en Italia. Mi novia me llamó una noche y me dijo que al otro día le hacían la cesárea. Se me cayó el mundo, yo en Italia, no lo podía creer. Una amiga de ella me mandó una foto del bebé, antes que Celina lo viera. Gracias a los celulares pude verlo. Y cuando llegué acá a los pocos días, ¡Nada que ver! Estaba cambiado, hasta la cara.

-Y ahora pasás más tiempo con la Selección.

-Sí, pero uno empezó a jugar al hockey para esto, para jugar un mundial en San Juan.

-¿Soñaste mucho con jugar un Mundial en San Juan?

-Soy de soñar. Pasaron diez años y sólo pensar que hace esa cantidad de años estaba en la tribuna y ahora puedo estar adentro es increíble.

-Y el sueño de campeón también…

-El sólo pensarlo me dan ganas de romper todo. Pero igual no se como reaccionaría. Yo llegué a un club de Italia, que siempre había sido noveno o décimo, y pasé cuatro años pensando como sería el día en el que saldría campeón. Y cuando sucedió, me quedé congelado y mi novia me decía que festejara y yo estaba en otro mundo. Pensándolo ahora me faltaría manos y brazos para abrazar a mi novia, mi vieja y a todos.

-¿Sentís que hacés un sacrificio por ese sueño?

-Uno lleva diez meses jugando un campeonato, termina y a los cinco días volver a empezar, con la selección. Al mes y medio te dan ganas de tirar los patines y de descansar quince días, pero las pilas te las recarga el sólo hecho de decir que estás en la selección, algo que esperás desde que sos chico. Imaginate, en un mundial de San Juan. Dejás de lado las cosas malas, como el viaje a Malargüe (NdR: se truncó por decisión de las malas condiciones en el medio de transporte). Mirabas el colectivo y tus compañeros y pensabas en que tenés una familia. En el colectivo no se podía andar. Pero este grupo hace que siempre te den ganas de entrenar. Nos reimos y hacemos cosas que nos mantienen a full. Hay veces que hablamos de todo menos hockey, porque es el tiempo libre que podríamos tener con la familia.

-Se contienen entre ustedes.

-Sí, una diferencia que yo veo con respecto al 2001 (el mundial anterior en San Juan) es que ahí había un grado de protagonismo… nosotros queremos ser campeones, pero en ese tiempo querían ser figuras del mundial porque se jugaba en San Juan. Y si ganaban era para estar primeros en la foto. En este grupo no dormimos porque queremos ser campeones del mundo, no por ser los mejores jugadores del mundial. La cinta de capitán y esas cosas no nos interesan. Queremos jugar por nosotros y salir campeones.

-Además de esa humildad, ¿qué otros aspectos resaltás de esta Selección?

-Con respecto al 2009 todos hemos crecido y eso se ve reflejado en la cancha. Hoy en día la idea principal es marcar. Con la experiencia que tienen algunos jugadores… ellos no van a ir marcando el camino. David (Páez) para mí es el jugador que nos tiene que hacer ganar un Mundial, dentro y fuera de la cancha.

-¿La mejor final?

– Argentina y España. No lo digo por ser argentino. Creo que es la única abierta, donde puede ganar cualquiera. España lo viene demostrando en los últimos mundiales y hoy en los clubes más importantes de ese país, la figura es un argentino.

-¿En qué Selección argentina de otro deporte te sentís reflejado?

– Como la mayoría, en la de básquet. Ahí son todos iguales.