Las diez vueltas campana luego de saltar un badén a 130 kilómetros por hora en el Mercedes #336 en la séptima etapa, dejaron afuera a Juan Pablo Sisterna, en su cuarto Dakar, además de una fractura en su empeine derecho. El sanjuanino estaba realizando hasta ese momento su mejor producción, con el 18vo puesto en la clasificación general junto a Juan Manuel Silva y ayer ya estaba en su hogar, junto a sus seres queridos. Repasó su experiencia con DIARIO DE CUYO y apuntó que la razón principal del vuelco fue porque la hoja de ruta no había sido fiel a lo que sucedía en la carrera y en ese punto debía existir una advertencia mayor, todo lo contrario en sectores anteriores.

-¿Cómo te sentís?

-Físicamente, bien. Mejor que ayer (por el domingo). La pierna izquierda es la que más me molesta, incluso más que el pie derecho, el fracturado. Y la parte inferior de la espalda me duele, por tantos golpes. Seguiré acá con los estudios para determinar si es necesario que me opere, aunque la intervención es menor, para que suelde bien el hueso.
-¿Y anímicamente?

-Un poco frustrado, me gustaría seguir en el Dakar. Sé que estábamos en condiciones de hacer una muy buen carrera y me animaba a pensar que podíamos estar entre los doce e incluso diez mejores de la clasificación general. Pero bueno, no lo vamos a saber nunca.

-¿A qué velocidad marchaban en el momento del accidente?
-Por lo que me dijo el Pato (Juan Manuel Silva, el piloto) íbamos a 180. Le canto el badén, que figuraba como ‘Peligro 2‘ en la hoja de ruta (NdR: la escala de advertencia oscila de 1 a 3) y debía ser ‘Peligro 3‘. Silva rebaja un cambio, a quinta, por lo que al badén llegamos a unos 130 km/h y a eso se le suma una tendencia del auto a irse de trompa en los saltos, por lo que se traba el paragolpes y ahí empezamos a dar las vueltas. La hoja de ruta ya venía mal, porque en ella figuraban advertencia de peligros en curvas que no eran tal. Por eso yo hubiera hecho lo mismo que hizo él (Silva). Yo tampoco hubiera esperado eso, porque los badenes son diferentes acá, más tenues.

-Terranova criticó días atrás al diseño en general de la hoja de ruta.

-Yo no fui tan preciso en ediciones anteriores y ahora noté que faltaban cosas por marcar. A este nivel del Dakar, en nuestro accidente sin dudas era para marcarlo como Peligro 3.

-Hasta el accidente, estaban haciendo una carrera muy regular, siempre arribando entre el puesto 20 y 30 de cada etapa.

-Sí, prácticamente no habíamos parado salvo los cinco minutos del primer día por un vuelco de costado y en la sexta, porque nos atascamos menos de diez minutos en una duna. Salvo eso, ni una cubierta habíamos cambiado. Si seguíamos a ese ritmo, hubiéramos avanzado unos lugares más, porque el auto demostraba que estaba muy firme.

-¿Que recordás del momento?

-Me acuerdo que cuando estamos cayendo y ver solamente el piso, en esa fracción de segundo lo único que pensé fue que no se trabe el paragolpes con el piso, porque no quería abandonar. Después de tres giros esperaba que se detuviera todo, pero como seguía, creí que habíamos caído a un precipicio. No paraba. Cuando terminó, me bajé algo mareado y me puse a hacerme el héroe porque pensé que debíamos ver cómo arreglar la camioneta para seguir. Ocurre el otro accidente mientras enderezábamos el vehículo, quiero ir a socorrerlos y ahí empezó a dolerme muchísimo el pie, por lo que caigo al piso y me llevan al helicóptero. El Pato se acerca al rato y me dice que era probable arreglar la camioneta. Entonces le digo al médico que estaba bien, pero él no me permite bajarme. Es que él ya sabía que la camioneta aunque anduviera, que de hecho lo hizo después hasta un pueblo cercano, la organización no nos permitiría empezar la otra etapa por las normas de seguridad.

-Pero en ese momento vos querías seguir.

-Cuando despegó el helicóptero empecé a llorar. Estuve mal un rato largo hasta que vino otro susto porque se empezó a mover feo el helicóptero. En el hospital de Uyuni nos atendieron muy bien. Había como diez médicos para mí y otros tantos para el navegante del otro auto. Es que los médicos bolivianos también querían entrar en acción (risas).

-Todavía llevás la pulsera de la competición.

-No es por nada especial. Lo que sí fue muy importante fue el apoyo que recibí de toda mi familia, luego de haber tenido que abandonar la carrera. Se pusieron a completa disposición mía y me apoyaron todos, como siempre. No los quise preocupar y lo único que quería era volver a estar con ellos.