La Iglesia moviliza sus cuadros laicos para oponerse con argumentos técnicos a la reforma del Código Civil, y fomenta en la feligresía católica la idea de que el proyecto impulsado por el gobierno kirchnerista puede tener consecuencias ‘tremendas‘ para el entramado legal argentino.

En este contexto, el Episcopado lleva adelante una campaña nacional de oración y reflexión a fin de difundir las objeciones eclesiásticas a la iniciativa, sobre todo en temas sensibles como el divorcio express, el alquiler de vientres y la congelación de embriones humanos. Mientras las redes sociales, utilizadas como herramienta de evangelización, están al rojo vivo con análisis punzantes y advertencias sobre lo que se consideran alteraciones ‘muy graves‘ contra la constitución de la familia y de dignidad de la vida humana que conlleva el proyecto de reforma.

Los obispos, en tanto, aprovechan cada espacio público o fiesta religiosa popular para interpelar a la sociedad sobre los puntos contrarios a la doctrina. El sábado pasado en Salta, ante miles de fieles que participaron de la Fiesta del Milagro, el vicepresidente del Episcopado, monseñor Mario Cargnello, pidió ‘de rodillas‘ a los legisladores que no afecten la dignidad de la persona. ‘No se puede jugar con el embrión, no se puede favorecer el alquiler de vientres, ustedes tienen que decir que no, porque no es un cajón, y los niños que van a nacer no tendrán derecho a la identidad‘, advirtió.

Los prelados tampoco dejan pasar las audiencias públicas en las provincias para plantear ante la comisión bicameral las objeciones de la Iglesia a la propuesta integral de cambio y unificación elaborada por un grupo de juristas. En el Congreso, el presidente del Episcopado, arzobispo José María Arancedo, alertó que la posibilidad de legalizar el alquiler de vientres no sólo ‘degrada a la mujer gestante‘ sino que también puede fomentar la explotación de mujeres más pobres. En tanto, el vicepresidente del Episcopado, Virginio Bressanelli, envió una nota personal a cada diputado y senador nacional por Neuquén a fin de que mediten los cambios propuestos, al recordarles que ‘no hay leyes moralmente neutras‘.

Más picante, monseñor Héctor Aguer utilizó su espacio en tv para poner en duda la legitimidad social de la reforma y acusó a sus autores -entre ellos dos miembros de la Corte Suprema- de profesar un ‘fundamentalismo del positivismo jurídico‘. Alusión que mereció una réplica del presidente del máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti: ‘No debemos guiarnos por fundamentalistas ni lobbies de interés‘, retrucó.

El prelado platense también apeló a dichos de Eva Perón para contrastar un ‘auténtico feminismo‘, basado en la presencia de la mujer en el hogar y la indisolubilidad del vínculo matrimonial, a cuyo triunfo -dijo- contribuyó la abanderada de los humildes, con el que al entender eclesiástico ahora pretenden imponer los autores de la iniciativa.

Pese a la ‘cruzada‘ de los obispos, una mayoría católica cree -según una encuesta del portal Valores Religiosos- que la Iglesia deberá reformular sus estrategias para evitar que la ley salga ‘rápido‘ y sustituya, al decir de monseñor Antonio Marino (Mar del Plata), el actual Código por otro que hace desaparecer ‘todo vestigio de verdad objetiva universalmente válida‘. Fuente: DyN