Aunque vive hace una década en Buenos Aires y ha desarrollado allá su profesión de abogada, inclusive ocupando un lugar en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, está pendiente de lo que pasa en San Juan. Ni siquiera se olvida de las raíces, cuando tiene la oportunidad de llevar sus saberes y miradas, fuera del país. De hecho, eso es lo que le pasó a Julieta Sánchez, al ser invitada como miembro del Capítulo Argentino de Women"s Democracy Network a participar de la 59¦ Sesión de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer (CSW) de las Naciones Unidas.
¿Cuáles fueron los ejes de tu charla en la ONU?
Los ejes de la charla fueron, desde la práctica y con un análisis con perspectiva de género, cómo detectar y prevenir la violencia hacia la mujer en los ámbitos de la Política, que tiene como fin obstaculizar e impedir que nos involucremos y podamos planificar una carrera de participación plena y con ejercicio del poder en esos ámbitos de decisión.
En este sentido, ¿es válido el cupo de género en los partidos políticos?
Como punto de partida de una acción positiva, fue y es, aún hoy, muy válida. Nuestro país fue el primero en el mundo en sancionar la ley de cupo, permitido aumentar la tasa de mujeres que acceden al Congreso y Legislaturas provinciales del 6% al 37,4%, según datos de la CEPAL. Pero no debemos olvidar que este marco jurídico, llamado de discriminación positiva, tiene carácter transitorio, por lo que debemos pedir a los gobernantes que sancionen una ley de paridad de género que abarque a los demás poderes. Porque si analizamos por ejemplo el Poder Judicial los números caen de modo estrepitoso: las mujeres ocupamos solo el 15% de los puestos de mayor jerarquía, aun cuando representamos el 54% del total del personal y desde hace 20 años somos mayoría de las graduadas en las carreras de Derecho; señal que debemos avanzar, profundizar y hasta legitimar lo legalmente alcanzado.
¿Algo ha cambiado en los últimos años, ha mejorado o empeorado la situación de la mujer en la política?
Claramente, la situación ha mejorado. El dato más relevante es que hoy tenemos tres mujeres presidentes y reelegidas en sus cargos, lo que muestra un cambio cultural en nuestras sociedades latinoamericanas.
Este año, se cumplen 20 años de la aprobación de la declaración y plataforma de acción de Beijing, y en toda América Latina ha habido cambios jurídicos e institucionales a favor de la igualdad de género y las políticas al respecto, han tenido el carácter de agenda pública en muchos países de la región, pero debemos seguir luchando para la plena participación de las mujeres. El anhelo de un democracia real supone la representación de hombre y mujeres en el debate público. Debemos trabajar sobre todo en las bases y en las líneas intermedias para una participación plena.
¿La realidad global, que trasciende los límites del país, es similar o distinta?
Es muy similar, los prejuicios y la caracterización de la política como una esfera masculina está presente en algunos países de la Región, donde las representaciones sociales vigentes son el machismo.
¿Esa violencia trasciende a la política y llega a todos los ámbitos?
Por supuesto, el ámbito privado es muy hostil con nosotras, ya que, que ganemos en promedio un 27,2% menos que los hombres, es violencia, que por lo naturalizada que está esa asimetría salarial, hace fácil su invisibilidad y tolerancia por parte de toda la sociedad.
También está muy presente esa violencia en los medios de comunicación. Hay programas que están tan naturalizados en lo que suponen que vende y atrae al público, que no reparan en su responsabilidad social, ni se detienen a pensar en lo que se están construyendo o reforzando en torno a pautas culturales violentas y que engendran violencia, al desvalorizar, cosifican y estigmatizar a la mujer.
¿Qué se puede hacer para cambiar esta realidad? ¿Basta con marchas y manifestaciones?
Es necesario ir a la acción, debemos ponerle letras y tarea a esas marchas. La violencia hacia la mujer no debe ser tolerada en ninguna de sus formas ni bajo ningún concepto y las mujeres debemos aprender a protegernos y exigir contundentemente que el Estado nos brinde herramientas de protección eficaces contra cualquier de las formas de esa violencia. Estamos en un año electoral, les debemos preguntar a los candidatos cuáles son sus propuestas al respecto o por ejemplo la sociedad civil podría elaborar un documento con acciones concretas y presentárselo a los futuros gobernantes.
