Ante la falta de edificios públicos adecuados, el Congreso General Constituyente reunido en Tucumán en 1816 sesionó en la vivienda de una importante familia tucumana. Pertenecía a Francisca Bazán, casada con el comerciante español Miguel Laguna . Esta misma casa había servido de cuartel al Ejército en dos oportunidades luego de la Batalla de Tucumán en 1812. Y en 1815 el Estado la alquiló para instalar la Aduana, las Cajas Generales y el Almacén de Guerra y tuvo que realizar costosas obras para repararla.
Era una típica casa colonial cuyo frente estaba presidido por el portal barroco con sus columnas torsas o salomónicas.
Estaba construida con muros de tierra apisonada tapial y adobes; sólo el portal había sido construido con ladrillos.
Estos muros estaban revocados con barro y cal. Los techos eran de tejas sobre un entramado de caña hueca y tierra; la estructura era de cabriadas de madera y las galerías tenían columnas de madera.
Para poder llevar a cabo el Congreso, el gobierno realizó nuevas reformas: se amplió el salón destinado a las sesiones demoliendo el tabique que separaba el comedor de la sala contigua-, se repararon los techos del salón ampliado y se construyeron letrinas. Los muros se pintaron de blanco y las puertas y ventanas de color azul para que tuviera los colores de la patria. El gobierno mandó fabricar las mesas, sillas, candelabros y todo lo necesario para el funcionamiento del Congreso.
En 1869 fue sancionada la ley autorizando al Poder Ejecutivo Nacional a adquirir la casa y hacerse cargo de su conservación. En 1874 Domingo Faustino Sarmiento la escrituró para destinarla a sede del Edificio de Correos y Telégrafos y al Juzgado Federal. Para ello debía reformarse el edificio, pero entonces sólo se consideraba valioso al Salón de la Jura o Salón Histórico. El ingeniero sueco Federico Stavelius proyectó un nuevo frente de estilo neorrenacentista y reformó el primer patio. Son demolidos el pabellón del frente -con su pórtico y sus columnas salomónicas.
En 1904, Julio Argentino Roca presenta un plan para proteger al Salón Histórico, ya que todo el edificio se encontraba en ruinas: se demolió todo conservándose sólo el Salón dentro de un gran pabellón el Templete- con techo de vidrio.
En 1941 la Casa de la Independencia fue declarada Monumento Nacional. Comienza entonces el debate para reconstruirla. Fue reconstruida con muros de ladrillos, que se pintaron de amarillo y las puertas de madera fueron terminadas con aceite de linaza sin pintar. En 1996 se restauraron las puertas y ventanas, rejas y faroles. Las puertas y ventanas fueron pintadas de azul, tal como estuvieron el 9 de julio de 1816 y luce hoy.
