La Ciudad Autónoma de Buenos Aires ocupa el primer lugar en el mundo en cantidad de librerías por habitante, un récord que debe gratificar a los argentinos por el orgullo de exhibir en el plano internacional un nivel cultural que crece a través de la lectura por la demanda constante del público que obliga a la industria editorial a lanzar nuevas publicaciones y a los comercios del ramo a expandirse.

Según un estudio de World Cities Culture Forum 2014, la Capital Federal tiene actualmente 25 librerías por cada 100.000 habitantes, aunque con un desequilibrio en cuanto a la distribución territorial si se compara los negocios del microcentro con los diferentes barrios periféricos. En el listado mundial de 25 grandes urbes relevadas, le siguen Hong Kong, con 22; Madrid, con 16, y Shanghai, con 15, en tanto los últimos lugares de la tabla los ocupan Singapur y Estambul, con sólo 3 librerías. La denominación de "librería” es una categoría que incluye a todos los lugares de venta de libros a la calle.

En esta actividad, como en el resto de los comercios, todo está determinado por la demanda y el cliente argentino sabe que en Internet no va encontrar la satisfacción que brinda el libro de papel, la posibilidad de elegir un tema asistido por el librero, o en contacto con otros interesados en la temática, por lo que el 80% de los libros que se venden en la Argentina se comercializan a través de librerías. Esto también explica la apertura de sucursales a nivel nacional, como se observa en San Juan.

La producción literaria en el país mantiene un crecimiento sostenido desde 2002, de acuerdo al seguimiento que efectúa la Cámara Argentina del Libro y los grupos editores, con una diversificación de categorías acentuada por el interés del lector.

Pero el caso argentino ante la producción literaria, que se destaca ahora globalmente, es histórico ya que existen librerías porteñas casi bicentenarias que han enriquecido el acervo cultural a diferentes generaciones sobreviviendo a los avatares económicos del país. Por ejemplo la librería Ávila, en Alsina al 500, que se ubica entre las antiguas librerías del mundo junto al Ateneo Gran Splendid, este construido en 1903 como teatro y utilizada luego como sala de cine y finalmente la librería más grande de América del Sur. Según el diario británico The Guardian, es la segunda entre las más bellas, detrás de la curiosa Boekhandel Selexyz Dominicanen, en Maastrich (Holanda), que ocupa una antigua iglesia de 800 años.