Sandra Gatica se define como una mujer sensible que siempre tuvo la inclinación de ayudar a los seres más indefensos. Y ese es, según sus propias palabras, el fundamento por el cual eligió los dos trabajos que tiene actualmente. De lunes a viernes es maestra de chicos especiales en la escuela Merceditas de San Martín. De lunes a lunes, modista de mascotas. Dice que ambas tareas le dejan muy poco tiempo libre para compartir con sus hijos, pero que es la única manera de llevar adelante la economía doméstica. De todos modos no se queja. Sostiene que es feliz por poder haber llevado a la práctica su vocación de servicio.
"Cuando era muy chica cortaba medias o le robaba retazos de tela a mi mamá para hacerles ropa a los perros de la calle porque me daba pena ver cómo pasaban frío -cuenta Sandra-. Y cuando estaba en el secundario, en las horas libres, me iba al estadio a colaborar cuidando a los chicos con capacidades especiales que concurrían al lugar para hacer deportes. Y fue lo que me ayudó a decidirme por seguir la carrera de maestra de Educación Especial. Me gradué en el "87 y en el "96 ya estuve, por primera vez, frente a una clase".
En cuanto a su oficio de diseñar y coser ropa deportiva, casual y de fiesta para mascotas, Sandra cuenta que nació hace un par de años, ante la necesidad de aumentar sus fuentes de ingresos. Dice que no le costó demasiado explotar esta veta artística porque ya había incursionado en la misma.
"Algunas colegas y amigas, conociendo mi afición a la moda animal, me encargaron algunas prendas para sus mascotas. Las hacía a cálculo, improvisando pinzas y cortes para que se amoldaran al cuerpo -explica la maestra-. Después, con mi hermana Eliana, decidimos hacer un curso de moldería para comenzar a trabajar profesionalmente. Y con mucho éxito. Ahora hasta organizamos desfiles de perros para mostrar nuestra producción".
Sandra dice que está tan satisfecha con sus dos trabajos que jamás se le ocurrió pensar con cuál de ellos se quedaría en caso de tener que elegir. Afirma que si bien el de modista suele ser más rentable que el de maestra, este último le da una recompensa invalorable: ver reír a sus alumnos cuando lograron terminar un dibujo.
