Estos son extractos de Huella Argentina, en el que Roald Viganó filosofó sobre el Martín Fierro y la vida del gaucho.
"Para explicar el misterio/ es muy escasa mi cencia/ lo castigó, en mi conciencia, / su Divina Majestá: / donde no hay casualidá / suele estar la Providencia"; el autor escribe: "Porque Dios sabe que aunque el hombre es libre, no lo sabe todo, ni lo puede todo, y El suple con su bondad, su omnipotencia y su sabiduría lo que el hombre no puede ni sabe ni imagina".
Sobre el conocido verso: "Aquí me pongo a cantar/al compás de la vigüela,/que el hombre que lo desvela/una pena extraordinaria/como la ave solitaria/con el cantar se consuela’ Viganó analizaba: ‘Desde el verso primero de su canto proclama Martín Fierro su misión: cantar. Pero no cantar como cantan los cantores de oficio, los que cantan para ganar dinero o para ver sus nombres pintados en carteles de colores(…). Para Fierro el canto no es oficio sino misión, no es una profesión circunstancial sino una vocación con dimensión de inmortalidad; cantar es su ser mismo. Ha venido a este mundo para ser canto. Su partitura está escrita no en un papel sino en su alma. Y la esencia de su canto es el dolor, inmenso como su cielo y ancho como su pampa, por la muerte de su raza. Fierro siente que en la voz de su canto el gaucho muere para siempre, y pulsa su guitarra para cantar su requiem (…)’
