Hace exactamente un año que la provincia, en apenas un instante, quedó envuelta en una conmoción generalizada. El helicóptero oficial que en el que viajaban José Luis Gioja, los diputados nacionales Daniel Tomas y Margarita Ferrá y el secretario de la Unidad Gobernación, Héctor Pérez, apenas pudo despegar de Valle Fértil y en cuestión de segundos, se vino abajo y desató el drama. Fue el principio de una larga historia de angustia y dolor. La legisladora falleció casi al instante y sus tres compañeros se salvaron de milagro junto al piloto Aníbal Touris. La vida de los accidentados cambió para siempre y en especial la del Gobernador, que durante más de un mes estuvo al borde de la muerte.

Emocionado y al borde de las lágrimas por momentos, Gioja contó por qué pidió con desesperación por su hija Flavia en la peor situación que le tocó vivir, prometió que volverá al departamento que fue testigo del accidente y aseguró que hoy está prácticamente recuperado de las secuelas que le dejó aquella desgracia. Sólo falta una operación y a pesar del temor, confirmó que la enfrentará. Intacto en el juego de esquivar las definiciones, por entender que sería antes de tiempo, otra vez se guardó lo que pasa por su mente de cara a las elecciones del año que viene.



– ¿Qué se le viene a la cabeza cuando le recuerdan que se cumple un año del accidente?

– La verdad es que no es alegre recordar cosas complicadas o que nos complicaron, nos cambiaron la vida, hubo que pasar momentos complicados. No es una veleidad, he decidido dar esta nota para mostrarles a todos los que nos quieran leer que se puede. Que Dios ayuda, que no hay que bajar los brazos, que no hay que dejarse estar, que los problemas tiene su medida y tienen su soluciones y que hay buscar las soluciones, que no hay que dejarse caer o dejar que los problemas lo atropellen a uno. Al contrario, hay que tener siempre la iniciativa para superarlos.

– ¿Hace un año atrás se imaginó estar así como ahora?

– A ver, yo sabía que me iba a recuperar. Pero, una cosa muy curiosa, yo recupero el conocimiento y demás estando en el Italiano, no me acuerdo nada de acá, creo que es un mecanismo de protección del mismo organismo. Yo soñaba que caminaba, que andaba, que tenía limitaciones pero que andaba, que iba. Y cuando me despierto allá quería mover una pierna y no podía, quería mover un brazo, una mano y estaba totalmente inmovilizada. Además, de espalda, mirando el techo, no podría hacer otro movimiento y dijo yo "¿qué pasa?".

– ¿En este tiempo logró recordar más cosas de lo que pasó?

– De la tragedia me acuerdo solamente de la tierra que levantó el helicóptero, mucha tierra, siento por ahí algún grito de Margarita porque la tierra nos puso nerviosos, a ella sobre todo. Lo que son las cosas, iba a ir conmigo un funcionario de Telefónica porque íbamos a inaugurar el Wi Fi en Ischigualasto. De vuelta había una posibilidad de que viniera ese mismo hombre, que no vino a San Juan porque vino otro. Se iba a venir conmigo el del INTA porque inauguramos una sede del INTA en Valle Fértil y como nos quedamos inaugurando otras obras, se nos hizo tarde y él se vino en auto porque su avión salía a las 3 de la tarde. Estando por tomar el helicóptero, digo "se se venga el Pancho Márquez conmigo" (risas) y el señor estaba almorzando con ustedes en un restaurante, no estaba. Se iba a venir en realidad el ministro Daniel Molina y apareció un problema con una familia y se quedó para resolver ese problema. Y vinimos 4 y pasó lo que pasó.

– ¿Algún recuerdo de cuando pidió por su hija?

– Fue una cosa muy emotiva. Yo recupero el conocimiento en el hospital de Valle Fértil. Ahí estaba uno de los muchachos que anda conmigo y me pone al teléfono con Gastón o con Camilo, porque ellos se iban al Valle y no le creían a Funes que yo estaba bien digamos y yo les hablo y les digo "no vengan, no vengan si ya viene otro helicóptero a buscarme". Yo me acuerdo de esa charla telefónica, me acuerdo del traslado del hospital del Valle al helicóptero de Gallardo.

– ¿Por qué pidió por ella?

– Porque yo sabía que estaba…

– ¿En ese instante sentía que que se moría?

No, no, jamás, nunca. Tanto yo como mi familia, mi señora, mis chicos, nunca ninguno se imaginó que me iba, nunca. Yo, nunca. En el viaje yo venía conciente y venía dolorido en la zona del abdomen donde tenía más lastimado y obviamente toda esta parte del cuerpo donde tenía los golpes porque indudablemente al despedirme de la máquina, yo he caído de este lado, del lado derecho, y ha sido donde las costillas, las vértebras, el omóplato se rompieron. Por suerte y por habilidad, por sapiencia de la gente del Rawson me entablillan todo, yo estaba entablillado pero no tenía una sola escara, que son cuando uno está mucho tiempo acostado. Son complicadas. Cuando me dejan en el Italiano me dejan si una escara, los tipos de allá no sabían cómo. Yo llego consciente, incluso me acuerdo que llegamos a la Terminal, veo la gente y la veo a mi hija. Yo venía preguntando porque Flavia había llegado esa mañana, era un fin de semana largo como ahora. Flavia llegó el viernes en el micro de la 7 de la mañana, yo la fui a buscar. Entonces, me dijo "papi yo vengo y vos te vas" y le digo "no, si voy y vengo"…

– ¿Flavia es la debilidad de José Luis Gioja?

– No, es la única hija. Ustedes tienen hijas mujeres y saben también cómo es, además su condición de religiosa es motivo de orgullo y obviamente uno siempre quiere estar con ella. Entonces, yo la veía (en la Terminal de Ómnibus), la alcancé a ver, le estiré la mano y no se la solté más.

– Cuando dice que el accidente le cambió la vida, ¿en qué nota que le cambió?

– Me cambió la vida en valorarla más. Si te digo que soy más sabio, vas a decir "este es un agrandado". Creo que en sabiduría, en entender un montón de cosas, en ver cuáles son los problemas menores y cuáles son los mayores. Y ponerle todas las ganas para resolver los problemas, porque no te podés ahogar en un vaso de agua. No puede un árbol taparte el bosque.

– ¿Hay un cambio en el tiempo que le dedica a la familia?

– Yo creo que desde esa época, todos los días hago todo el esfuerzo para almorzar en mi casa, para dormir media horita a la siesta, yo lo hago. Media horita, 20 minutos o 40.

– ¿Se cuida igual que al principio? Anduvo en moto y los otros días se subió en un columpio…

– No soy tan pavo, me senté en el columpio, vi que aguantaba y después anduve. Y en la moto… he andado toda la vida en moto. No me olvido de las limitaciones físicas, tengo muy presente que debo cuidarme, soy responsable y trato de ser lo más parecido a una persona.

– ¿Cuándo vuelve a Valle Fértil, lo ha pensado?

– Sí, lo he pensado. La verdad es que los vallistos merecen que vaya, se portaron todos muy bien, tengo que ir. Vamos a ir ahora a inaugurar la Ruta 150, creo que va a haber un helicóptero, no sé si me voy a subir, creo que sí, que me voy a terminar subiendo, con lo cual no voy a pasar por el pueblo. Pero voy a ir, he quedado con Panchito, el intendente, y con mucha gente de ir. Hay mucha gente que hace promesas conmigo (risas) y les digo "hagan las promesas ustedes" y me dicen "no, es que tengo que ir con vos", tengo que ir. He pagado promesas de otros en San José, en Jáchal, en la Difunta Correa por supuesto, en la Gruta de Fátima.


– Hay un señor que se llama Fernando Torres que fue uno de los primeros en llegar, le tomó la mano y le pidió que se tranquilice, ¿se le viene a la memoria ese instante?

– No, no me acuerdo de nada.

– ¿Lo va a ir a visitar?

– Sí, por supuesto. Me contaban que me sacaba tierra de la boca junto con Fredy Funes.

– ¿Cómo está ahora de salud?

– De 1 a 100, ahora puedo decir que estoy en 95, 90 (puntos).

– ¿Los dolores se han ido?

– Tengo algunos dolores que tiene que ver con estiramientos de ligamentos y demás de la columna, he tenido tres vértebras complicadas. Pero con rehabilitación, con ganas y con fuerza se pasa todo. Hay otros que no han tenido accidentes y están peor que uno. No es "mal de muchos, consuelo de tontos", sino es decir "este es mi destino, lo tengo que superar".

– ¿Ha vuelto a hacer todo lo que hacía antes físicamente?

– Sí, sí y más, antes no hacía nada. Nunca le dediqué dos horas diarias a hacer gimnasia. Hice natación 3 o 4 meses y la dejé.

– ¿Qué hay pendiente en la recuperación?

– Hay que hacer una operación que, según los médicos, no es complicada y recuperación para que los huesos funcionen bien.

– Hace unos meses nos dijo que se podía operar en diciembre, ¿ya tiene definida le fecha?

– Calculo que va a ser a fines de diciembre o principios de año.

– En aquel momento confesó que le daba temor, ¿seguro se va a operar?

– Lo que me da temor es todo lo que tenga olor a remedio, a quirófano, a hospital. Pero también, ya lo tengo superado.

– Si va a ser a fines de diciembre o principios de enero, ¿deberíamos suponer que no va a adelantar las elecciones?

– Estamos hablando de otra cosa. No he pensando, dejame que piense, no he tenido tiempo de pensar.

– Le pregunto porque si llega a adelantar las elecciones, para esa fecha va a estar en pleno armado…

– Con ese argumento voy a pensar ahora, vamos a ver.

– Dentro de las cuestiones que analiza para definir si va a ser candidato a Gobernador de nuevo, ¿está el tema de la salud?

– Por supuesto que sí y tiene que ver con las ganas y tiene que ver con todo.

– ¿Qué peso juega la salud en su decisión?

– No se almuerce la cena porque se va a empachar. Obviamente que tiene peso.

– Si nos dice que está en 95 puntos, es un tema que casi no va a ser obstáculo…

– Un 5 por ciento te pesa, porque siempre te pesa. Además, los años van pasando.

– ¿Lo que más pesa es la familia?

– También pesa, obviamente que las decisiones las tomamos en conjunto.

– ¿Los va a escuchar más?

– Obviamente, porque tengo más compromiso. Siempre hemos escuchado.

– ¿Flavia le ha dicho algo cuando se enteró de la posibilidad de que su papá sea nuevamente candidato?

– No, absolutamente. No ha sido tema de conversación, ni con Flavia ni con la familia.

– Dijo que va a ir a Lourdes y a ver al Papa, ¿cuándo lo va a hacer?

– Estoy pensando febrero o marzo, va a depender un poco de la evolución…

– Y del cronograma electoral…

– No, no me preocupa eso. No me preocupa porque no hay definiciones, vamos a ver.

– ¿Se siente con fuerzas para hacer campaña?

– Me siento con ganas para hacer todo lo que hacía y he hecho siempre. Obviamente que hoy tengo 65 años y cuando empecé en esta actividad tenía 14, 15, no me acuerdo, hace mucho años.

– Mucho se dice de la posibilidad de un cargo nacional, ¿está en su cabeza eso?

– Dame tiempo que piense. En serio, todavía no defino, no he definido nada. Hoy, mi meta nacional es un peronismo unido, es ser un granito de arena en un edificio grande que tiene que ser la unidad de todos los que pensamos y creemos que a la Argentina la gobierna la política desde la representación popular y no desde los intereses, las corporaciones, cuestiones que son ajenas a los intereses de nuestra gente.

– Si el que tiene que definir es usted en el escenario nacional, se puede inferir que le han hecho un ofrecimiento…

No, en lo absoluto. Lo que pasa es que en política, los espacios no se regalan. Hoy no estoy disputando ningún espacio Hoy, de corazón y por convicción, por cuestiones hasta doctrinarias te diría, todo lo que hago es jugando para ser un granito de arena en esto de la unidad.

– ¿Sería más agotador estar en Capital Federal, lejos de la familia?

– Dejame que lo piense. Después que lo piense y tome alguna definición, te cuento.

– La salud del gobernador, de la presidenta, es una cuestión de Estado. Se va a cumplir un año del accidente y nadie sabe por qué se cayó el helicóptero, ¿le preocupa?

– No. Lo que creo es que fue una desgracia y las desgracias son desgracias, nadie quiere hacer una desgracia. Creo que fue una desgracia y por suerte la puedo contar.

– ¿Con Touris ha hablado?

– No, no hablamos. Lo he saludado, lo saludé, le pregunté cómo estaba, nada más. Pero por supuesto que voy a hablar con él.

– Independientemente de lo que haya motivado el accidente, como responsable de la aeronave Touris debe sentir algo muy particular…

– Sí, no quiero estar en el pellejo de él.

– ¿Qué le dijo Touris?

– Lo saludé nomás, no tuve una conversación larga.

– Cuando usted ya estaba recuperado y sabía que podía llamar a su teléfono, ¿él le llamó?

– No. no. Es una desgracia, las desgracias las provoca el destino. Nadie quiere hacer una desgracia, insisto en esto. Hay que asumirla y hay que superarla, hay que aprender, hay que evitarla.