Cuando un grupo de profesores enciende la llama de la inquietud en sus alumnos, habrá transcendido más allá de la currícula que le toca dictar. Incluso, les servirá para la vida, esa que enfrentan cuando les toca salir del cobijo que representa la escuela, "Que los jóvenes están perdidos", "que son egoístas" o "que se encierran en su mundo", son frases que salen de la boca de muchos adultos que, en esa supuesta experiencia que entrega la edad, no advierten por donde pasa el fuego que los jóvenes llevan adentro y que debe ser responsabilidad de los adultos avivar.

Cuando Eduardo Flores, profesor de la  Especialidad Equipos e Instalaciones Electromecánicas de la Escuela Rogelio Boero, propuso un proyecto para que los alumnos del último año hagan algo distinto a los que le proponía la agenda educativa, ahí nomás encontró la complicidad de dos de sus colegas, Iván Martí y Juan Carlos Zegaib.

Este trío de docentes le dio forma allá por inicios del 2022 a ‘Dar lo recibido’, una idea que buscó desde el día cero llevar desde el aula soluciones reales a lugares en donde estaban las carencias. Pero iba más allá: que esos jovencitos de 17 o 18 años conozcan el problema, se comprometan con el mismo, imaginen una solución y la lleven a la práctica. Alumnos y alumnas de dos cursos de séptimo pusieron manos a la obra, los de  las divisiones 7° 2° y 7° 3°.

En 2022 visitaron el Hogar de Ancianos y trabajaron en un proyecto para hacer en madera y aluminio juegos de ajedrez y damas para que los abuelos se entretengan. La satisfacción fue total y era apenas el inicio de un proyecto que buscaba sembrar valores entre el alumnado.

En 2022, un grupo de abuelos asistió a la Escuela Boero para recibir el trabajo que especialmente había realizado los alumnos

Y más ambicioso fue el de este año. A oídos de estos docentes llegó la inquietud desde el Servicio de Pediatría del Hospital Rawson. Una visita y una charla con la jefa de la Unidad, Florencia Oieni, sirvió para que se empapen de dos necesidades puntuales que resolvían problemas que, en el día a día, sería de gran ayuda.

Los profes, Eduardo, Iván y Juan Carlos, se trajeron allá por el mes de mayo en sus anotadores dos temas que, con ingenio y trabajo, ayudaban al trabajo de médicos y enfermeros, para mejorar la atención de los niños que allí se atienden. Se trataba de unos soportes para poner en las cunas que permitan sostener los sueros. Y había uno más ambicioso: en la zona donde están internados los pequeños que transitan enfermedades oncológicas, necesitaban que esos sueros no reciban la luz porque se echan a perder por su carácter fotosensibles. Lo que hasta ese momento se tapaba con una tela oscura, debía hacerse con un mecanismo que los proteja y que sea fácil de usar por parte del personal.

De ahí en más se pusieron manos a la obra. El presupuesto no sobraba, por lo que la inventiva debía estar a la orden del día. Para los soportes debían conseguir caño y lograr que sean extensibles. "Había unos bancos rotos, que estaban amontonados y vimos que esos caños nos podían servir. Así que los reciclamos y los alumnos trabajar sobre ese material", explicó Eduardo Flores.

Reciclando viejos caños de banco y soldando las partes

Un torno, la soldadora y mucha paciencia, fueron los motores para que esos viejos caños pasen a ser flamantes soportes. "Había ganas y esmero, eso se les nota y allí uno comprende que lo que están haciendo trasciende la obligación que uno como profesor les pide", agregó el docente.

Uno de los alumnos dejando listo uno de los soportes, utilizando un torno

Otro grupo se encargó de los protectores de los sueros. Había que diseñar en el sistema Autocad un elemento capaz de entregar oscuridad al suero, que permita poner y sacar estos sachets de solución, sin que resulte incómodo o difícil. El primer paso fue el diseño que luego se iba a volcar en la impresora 3D que le da estricta forma en un material totalmente maleable. 

"Nos pidieron que ese protector puede albergar tres tipos de suero, de tamaños distintos, por lo que se nos abría un desafío. Hicimos una pieza, probamos los tres sueros y luego nos pusimos a producirlos", explicó Flores. El proceso no fue de un día para el otro. Tanto, que desde aquellas jornadas frías del invierno en los talleres de la Boero hasta el 26 de diciembre que hicieron efectiva la entrega. Un contratiempo con la impresora dilató la terminalidad del proyecto, pero no bajaron los brazos.

El momento de la entrega de lo realizado por los alumnos para Pediatría del Rawson

No fue un momento más. Era el trabajo terminado llevado a quienes lo iban a usar. Entre los nervios por cumplir y la alegría propia del deber terminado, los tres profesores y dos alumnos en representación de los dos cursos, André Zapala y Alejandro Gamez, entregaron a la licenciada Florencia Oieni y al supervisor de Enfermería, Eduardo Corzo, 10 unidades de cada uno de los trabajos. 

"La idea es resaltar valores como la solidaridad. Al fin y al cabo, ‘Dar de lo recibido’ es materializar algo en favor de otro. Los chicos cuando llegan a séptimo están más preocupados en terminar una etapa que en otra cosa. Y buscamos despertar con esto valores que van más allá de lo que se aprende en un aula", sentenció Flores, que no ocultó la emoción. 

LOS DOS ELEMENTOS QUE DISEÑARON Y CONSTRUYERON LOS ALUMNOS DE LA BOERO

Fundas para sueros fotosensibles
Soportes de suero