Isabel II se mostró siempre firme en todos los momentos, como cuando vio partir a su segundo hijo varón, el duque de York, a la guerra de las Malvinas (1982) porque era piloto de helicópteros de la Royal Navy (Marina británica) o cuando el heredero al trono, el príncipe Carlos, se separó de Diana. O la muerte de la princesa de Gales en 2006 que puso a la monarquía en tela de juicio. Hace un año dio lo que quizás sea el giro más drástico de su reinado al autorizar cambiar la ley de sucesión que permitirá heredar el trono al primogénito de los duques de Cambridge, Guillermo y Kate, sea un niño o una niña.
