Tras la derrota ante Independiente en Avellaneda (3-1), San Martín está cada vez más en la cornisa del descenso y mucho tuvo que ver con su rendimiento y producción de visitante, que se contrastan con la potencia ofensiva y de creación que genera de local. Dos puntos muy definidos que marcan la actualidad del equipo de Rubén Forestello en los 2 últimos meses y al que le quedan 3 presentaciones fuera de casa y 2 adentro.
El Verdinegro ganó los últimos tres juego en el Hilario Sánchez (Boca, Unión y Argentinos), en los que anotó 11 goles. Muy diferente con las cuatro últimas presentaciones en campo ajeno, donde obtuvo dos empates (Quilmes y All Boys) y dos derrotas (Rafaela e Independiente) en los que marcó 3 tantos y recibió 6.
Dos caras diferentes que la resumen los números, porque primero ya aprendió que para ganar necesita hacer más de un gol y porque de visitante no sale con la convicción que lo hace en Concepción, tomando la iniciativa, pegando en los momentos justos y con un gran rendimiento en lo colectivo para dejar sin opción al rival.
Diferente a lo que propone cuando sale, porque más allá que tenga pasajes de buen juego, no le alcanza para sacarlo adelante y traerse los 3 puntos. Poca eficacia y no aprovechar las opciones, que luego se traducen en problemas, goles del rival (más allá de los arbitrajes que lo perjudicaron) y puntos que quedan en el camino.
La deuda sigue siendo de visitante porque no puede proponer el mismo juego que de local, que es la obligación para un equipo que está perdiendo la categoría cuando apenas faltan 5 fechas y sigue dejando pasar las vidas que le quedan. Sumado a que en esa condición viene decayendo y la pobre producción ante Independiente lo confirman. Porque de entrada arrancó mal cuando sólo servía el triunfo, porque entregó el primer tiempo en el que estuvo perdido y cuando quiso reaccionar el Rojo se lo liquidó siendo muy superior en todas sus líneas y dejando a la vista que del éxtasis que genera en el Hilario Sánchez, pasa a la agonía cuando es visitante.
