Diversión, alegría y esperanza, es lo que expresa la cara de Nicolás Arnáu cada vez que habla de su bicicleta. Con tan sólo 13 años de edad, este joven ciclista ayuda en todo lo que puede en el taller

electromecánico de su padre para tener tiempo de entrenar juntos.

A los tres años aprendió a montar una bicicleta y desde ese día no se detuvo hasta lograr el subcampeonato argentino de su categoría el año pasado. ‘Nosotros vivimos los dos solos con mi papá, y sé que el trabaja mucho, pero yo le insisto y le ayudo para que en la siesta o en la tarde vayamos a entrenar y andar en bici juntos, porque él corre también’. Su padre deja las herramientas cinco minutos y aclara que apoyará la carrera de ciclista de su hijo siempre y cuando siga con los estudios y continúe tomando la disciplina como una diversión. ‘Vivimos de lo que nos da el taller. Yo mismo le armo la bici porque fui aprendiendo con los años la mecánica del ciclismo, ya que el mantenimiento es caro. Un solo tubo de la rueda cuesta 1.200 pesos y para competir afuera se recomienda llevar dos nuevos y uno de repuesto. Es mucho, pero vamos manejándola y buscando apoyo en la fundación Planeta Ramírez y en algunos vecinos que ayudan con un pequeño esponsoreo’, comentó el padre de Nicolás.

El pequeño campeón asegura con gran madurez que una de las claves del éxito en el ciclismo es disfrutar de lo que se hace, sin pensar en triunfar. ‘Uno no debe quemar etapas, esto es un juego, es un deporte, hay que disfrutarlo. Obviamente quiero ser profesional algún día, pero hoy quiero estar con mis amigos, compartir, aprender y entrenar sin llegar al límite, sino cuando cumplís 18 ya no querés más’, concluyó Nico.